domingo, 31 de enero de 2016

Parque Chas Integral (Puro Comic, 2015)



Un barrio de historias fantásticas

La historieta de Risso y Barreiro que hoy es considerada clásica. La obra tuvo repercusión en Europa y Estados Unidos. La edición de Puro Comic compila las dos partes en un único libro.

Por Leandro Arteaga
Rosario/12 (31/12/2015)

Parque Chas es un clásico de la historieta argentina. Se publicó por primera vez en el número 36 de revista Fierro (primera época) en 1987, y significó de modo bisagra en el devenir profesional de su dibujante, Eduardo Risso. Con guión de Ricardo Barreiro, Risso tuvo allí una oportunidad diferente, por fuera del modelo estético al que obligaban las historietas en Columba, en donde había volcado el grueso de su producción. El resultado fue mayúsculo, con repercusión europea y una segunda parte a pedido del mercado italiano.
Leer Parque Chas continúa siendo posible gracias al sello local Puro Comic. La editorial de Daniel Galliano hizo una primera edición de la obra en 2004 (con reedición en 2008), y publicó también Parque Chas 2 en 2006. Se trata, con orgullo, del caballito de batalla editor, preocupado por rescatar otras obras del dibujante como Borderline y Yo, vampiro, ambas con guión de Carlos Trillo. Por eso, la novedad de un Parque Chas Integral es bienvenida así como siempre necesaria.
Si bien cordobés, Eduardo Risso tiene su vida en Rosario desde hace tantos años como historietas realizadas y premios internacionales obtenidos. Es, además, organizador con el CEC de la convención Crack Bang Boom. Y su nombre, por sí solo, significa de manera relevante al ser autor, entre tanto más, de 100 balas, una obra maestra absoluta con guión del norteamericano Brian Azzarello.
Es en virtud de este recorrido profesional cómo Parque Chas se redimensiona siempre más. Su publicación en Fierro le propició al dibujante, en su momento, un salto estético y profesional. A partir de la negativa editorial de trabajar el color, Risso desarrolló un trabajo en grises, con volumen, en un papel granulado que le permitió otras texturas. Estas decisiones estéticas, en consonancia con el espíritu urbano/fantástico del guión, distinguieron a Risso desde un cambio cualitativo respecto de su tarea precedente en editorial Columba, donde destacara en historietas como Julio César, con guión de Ricardo Ferrari, y El Angel, con Robin Wood. "El resultado fue algo distinto y bien aceptado por los lectores", decía el dibujante.
Parque Chas también es inicio del vínculo profesional con el escritor Ricardo Barreiro (1949-1999), quien se ha ganado el sitial de honor de la profesión, junto a Héctor Oesterheld, Carlos Trillo y Robin Wood. En Parque Chas, Barreiro y Risso perfilan al barrio porteño como un entretejido inevitable donde el protagonista busca vivir. Calles que se cruzan a la manera de un ámbito raro, proclive a un desocultamiento. Habrá una ventana cerrada, prohibida, como seducción para una investigación que llevará a sondear en una cercanía extraña. Historias recopiladas acumulan en Parque Chas un hálito de misterio: recuerdos de infancia junto a invasiones alienígenas, un subte peronista perdido, un auto asesino, fiestas de disfraces junto a Casanova. Los guardianes de estas historias esperan en los bares, escondidos pero a la vista, perdidos en vasos de vino; a la manera de una espiral. El nombre de Aitana aparece suspendido, como revelación y desenlace; Aitana encierra también otros misterios: mujer y amor.
Barreiro acumula elementos del imaginario porteño, de las revistas leídas cuando pibes, de los géneros masivos, para trocar en una simpatía siniestra, donde los vecinos esconden dientes afilados y la oscuridad pervive como legado de la última dictadura militar. Con el uso del blanco y negro y sus gradaciones, Risso hace de Parque Chas un ejercicio de climas, de estados de ánimo para el personaje: atolondrado, vigoroso, aventurero, enamorado, curioso, de una angustia preeminente. Porque el temor mayor, justamente, es el de no poder salir.
Alejandro Dolina, Borges, Juan Salvo, también aparecen perdidos por allí, codo a codo con la historia de este laberinto que no tiene centro. En este sentido, vale también recordar que el esquema motor de Parque Chas es reincidencia y profundización del abismo que el guionista ya pergeñara en Ciudad (1982), junto a los lápices de Juan Giménez. Otra obra notable, desde el exilio.
"Juntos, los autores encontraron un tono violento, preciso y melancólico que unió la poesía que necesitaba la descripción del enigma a la violencia brutal con que ese enigma se debía resolver", dice Carlos Trillo en su prólogo. Según Carlos Scolari, Parque Chas "fue una obra de autor que logró sintetizar el sueño oesterheldiano de una 'ciencia ficción nacional' con un riquísimo trabajo gráfico situado en la frontera entre la experimentación y los códigos seriales" (Historietas para sobrevivientes, Colihue, 1999: 269). La respuesta favorable por parte de los lectores de Fierro se extendió también a ediciones europeas, entre ellas, Tótem, Comic Art, y la norteamericana Heavy Metal (con el título "Park Charles").
El mercado italiano fue el impulsor de Parque Chas 2 (publicada en Fierro en 1992), pero con un esquema más atado a la aventura extraordinaria -otra vez la ventana prohibida, portal para el salto en el tiempo-, sin los matices de horror que le caracterizaran. La dupla Barreiro-Risso reincidirá en Caín (1988): la distopía de un niño gemelo, mesiánico, nacido de la basura, impelido a luchar contra una situación -mirada perspicaz de Barreiro- dominada por la televisión, la retórica política, la miseria planificada. Cualquier semejanza actual, se sabe, se debe a la intuición artística. Tanto se lo extraña a Barreiro, tantas buenas historietas han sido posibles gracias a él.


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