domingo, 31 de enero de 2016

Hilo Rojo (AA.VV., 2015)



Historietas que tiran de la cuerda

Vidas pasadas esconden angustias presentes, en historietas y con un hilo rojo como nexo. Es el nuevo libro de un grupo de dibujantes. Con un guionista que organiza porque tira de la cuerda.

Por Leandro Arteaga 


“Pull the string!”, gritaba Bela Lugosi. El libro se llama Hilo Rojo. Y la historia viene más o menos así: al mismo psiquiatra acuden cuatro pacientes, de manera independiente. Desde la hipnosis, viajarán al recuerdo de sus vidas pasadas, habitadas en épocas diferentes. Aquellos sucesos se relacionarán con cuestiones actuales, pendientes. Mientras un hilo rojo, invisible pero cierto, atraviesa a los relatos como un cordel.
Los que tiran de la cuerda son varios, pero la pluma que los organiza es la de Pablo Vigliano: “Ha sido una edición hecha con mucho pulmón, de manera independiente, en donde tratamos de entregar un trabajo acabado, de la mejor manera posible”, le dice el guionista a este diario.
Vigliano recién aterriza en los cómics, pero su talante narrador tiene trayectoria en ámbitos como la revista virtual Axxón (http://axxon.com.ar/), donde integra el equipo de redacción y se dedica a incluir cuentos de género fantástico, sobrenatural y ciencia ficción. El llamado a los cuadritos vino de la manera siguiente.
“Lo que hicimos fue armar un grupo de trabajo”, explica ahora el dibujante Joel Saavedra. “Todos venimos de la historieta, y ya habíamos tenido una experiencia previa con la antología Legionarios: Los perros de Roma (La Duendes), dedicada a historietas de romanos. A partir de allí, algunos decidimos encarar un proyecto personal, para el que nos comenzamos a juntar y convocar gente. De esa manera lo sumamos a Pablo, a quien conocía a través de su hijo, que era alumno de mi taller. Armamos el grupo de trabajo, pero sabíamos que no iba a ser fácil, cada uno tenía sus gustos. Fue Pablo quien hizo posible la magia de encontrar qué dibujar, al dar un sentido a lo que le tiramos sobre la mesa.”
El hilo rojo es una creencia que proviene de Asia oriental, presente en las mitologías china y japonesa. Alude al vínculo afectivo que se establece entre las personas, algo que viene con ellas desde su nacimiento. “La idea surgió a partir de que las historias que cada uno tenía ganas de dibujar, ocurrían en épocas históricas distintas”, explica Vigliano. “Pensaba en cómo podía hacer para hilar todo esto. Casualmente venía leyendo cosas que me permitieron despertar un poco algunas ideas, como En algún lugar del tiempo, de Richard Matheson, y 22/11/63, de Stephen King, que tienen que ver con los viajes en el tiempo; pero también venía leyendo a Brian Weiss, que habla de la regresión a vidas pasadas, algo que está muy vinculado a las religiones hindúes y con el principio de la reencarnación. Pensé que podíamos ficcionar a partir de esto, la idea gustó y fuimos por ese camino.”
-¿Cómo fue adentrarse en el lenguaje del cómic?
-Me dediqué a estudiar los guiones de Robin Wood, así como los guiones para radioteatro que leía cuando estudiaba Comunicación Social. Tomé como referencia una de las ediciones de la historieta Asilo Arkham, de Grant Morrison, donde se incluyen páginas y páginas del guión. Me basé en todo eso para armar el mejor guión posible.
-Saavedra: Fue un proceso en donde guionista y dibujantes participamos en conjunto. Fuimos sugiriendo, las ideas mutaron, se acortaron, el trabajo fue grupal y en libertad, se sugería de los dos lados, con el fin de hacer lo mejor posible.
Los lápices de Joel Saavedra no sólo se ocupan de una cacería de brujas traumática, sino también de la portada, de invitación lectora notable: de espaldas, el caminante (¿el lector?) se adentra en un pasillo rojo, de horizonte oscuro. Los otros dibujantes que componen Hilo Rojo son Fernando Kern, en una historia romántica que hunde raíces en la Segunda Guerra; el gran Fernando Campos –más conocido como Kiro-, quien como no podía ser de otra manera, se deleita entre romanos violentos y peleas a sangre y hierro; Mauro Bueno, que despliega sus fantasías hacia el porvenir del año 6015; y los aportes distintivos a través del color y grises de Damián Peñalba.
“Los guiones de Pablo se prestaban de la mejor manera para hacer historieta. Es un escritor muy descriptivo y las imágenes iban surgiendo por sí solas, después fue cuestión nuestra ver cómo armábamos el relato, ¡para que no fuera una historia de cincuenta páginas!”, bromea Bueno. O no tanto. El propio guionista comenta que “cuando Kiro recibió el guión, me decía que con las primeras páginas tenía como para hacer una revista entera”.
Otro de los aspectos notables que presenta Hilo Rojo, que se revela fundamental, es el de su presentación, el de la elaboración del libro en tanto objeto. Para ello, se contó con la participación de Iván Reiner: “Al proyecto me convoca Joel, con quien nos conocimos estudiando Diseño gráfico. Mi trabajo se dividió en dos cuestiones: por un lado, crear una identidad para el proyecto; la segunda –una vez que estuviesen las historietas realizadas–, darle al libro el sentido de objeto, para que el proyecto fuese una unidad, para que se convirtiera en el libro de historietas que teníamos pensado.”
-Es un aspecto que ha sido elogiado, el libro destaca.
-Reiner: Por eso la decisión del lomo, de la solapa, de darle el tratamiento de un libro y no de una revista. Fue muy gratificante que en las convenciones se acercara gente que decía no leer historietas, pero que les llamaba la atención el libro porque escapaba un poco a la iconografía común del cómic, como la tapa con la mujer que cabalga un monstruo alienígena.
Hilo Rojo despunta también el buen nivel gráfico de los historietistas de la ciudad. Y se suma a la tarea que están desempeñando las revistas Términus y Quimera, junto a las publicaciones del sello Fog of War (ver recuadro). En este sentido, los dibujantes actuales, cuya mayoría todavía está en camino al logro profesional mayor, de continuidad laboral, ya poseen páginas publicadas, que pueden ser referidas. Todas al alcance del lector que las quiera, a la venta en las librerías especializadas de Rosario.
“Creo que esto tiene que ver con lo que vienen haciendo (los dibujantes) Eduardo Risso y Marcelo Frusin. Nosotros, de hecho, somos alumnos de Marcelo. Hay una escuela que se está formando en Rosario. Lo que ahora tenemos que conseguir es más gente que lea, pero dibujantes hay a parvadas, y son muy buenos”, explica Saavedra.
Hilo Rojo salió a la venta en la Crack Bang Boom de este año, y el recibimiento fue fantástico. Eso es algo que ayuda mucho a la hora de querer encarar estos proyectos. El deseo lo tenemos todos los amantes de la historieta, pero están también la realidad o los miedos de que no es tarea fácil”, agrega Vigliano. “Más allá del proyecto, todos teníamos el mismo objetivo: que esto nos sirva para nuestra carrera y que se note que no es para hacer plata, sino por el amor a la historietas, para tener algo para mostrar el día de mañana”, completa Bueno.
-¿Hay más historietas para el futuro?
-Vigliano: Sí, la experiencia me gustó. Queremos seguir trabajando juntos. Hasta ahora creemos que está más o menos funcionando, lo que nos da un aliento bárbaro para seguir y hacer algo más.


Muchas páginas más

Entre las producciones que integran el panorama de la historieta rosarina, sobresale la señera Términus –a cargo de Bruno Chiroleu y Gastón Flores-, con un décimo número a punto de editarse. No es una cifra cualquiera. Por otra parte, la revista Quimera (Rabdomantes, de César Libardi) está presta a distribuir su cuarta entrega. Se trata de antologías, donde figuran equipos artísticos diferentes. El caso de Términus ya alcanza notoriedad nacional, números agotados, y participaciones internacionales. Entre las dos, puede conocerse a gran parte de los lápices que circulan por la ciudad, algunos por primera vez publicados en su ciudad: tal es el caso de Damián Couceiro, presente en Términus y en revistas de Estados Unidos.
En otro orden, el sello editor Fog of War ha publicado, hasta el momento, cuatro monográficos, algunos de ellos con continuidad posible. La iniciativa responde a Yamil Aboukais y Ariel Grichener, guionista. La bandera de largada, con la acción como pulmotor, la dieron El cazador de conejos y Chiko y Amigo. Ahora se suman Artemis: Ecos de Meridia, con dibujos del excepcional Guillermo Villarreal; y Enadrya, toda una novedad, ya que expande el universo creado desde el juego de cartas del mismo nombre, desarrollado también en Rosario.

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