jueves, 8 de noviembre de 2012

Frankenweenie (2012, Tim Burton)


Perrito de baterías recargables


Por Leandro Arteaga
Rosario/12, 07/11/2012 

Todo de vuelta y en su justo lugar. Si Sombras tenebrosas daba cuenta del retorno gótico y pop de Tim Burton –porque luego de Alicia en el país de las maravillas nada bueno parecía presagiar- Frankenweenie es reiteración ampliada, stop-motion mediante, del mediometraje filmado en 1984, vilipendiado por Disney, firma también productora –así las cosas- de esta versión nueva.
Misma historia pero, también, filiación técnico/estética con El cadáver de la novia y El extraño mundo de Jack, así como con el blanco y negro de Ed Wood, o el mundo ominoso de suburbios californianos de El joven manos de tijera. Todo esto y, como de costumbre en Burton, más y hacia atrás, desde el retro querido contemplado en el cine de los estudios Hammer, los climas de Roger Corman, las maquetas de Godzilla, y la aparición estelar, magnífica, tutelar, de Vincent Price: maestro de ciencias de este Victor Frankenstein niño, con voz de Martin Landau, capaz de mandar al mismo cuerno a escuela, padres y madres, atemorizados por su prédica docente.
Ciencia de relámpagos, sombras y lunas, cine en Súper 8, altillo con vista a las estrellas, para traer a la vida al perrito Sparky, de muerte consecuente con la casualidad de un destino forzado por tonterías de adultos. Pero, eso sí, la resurrección primera se produce desde una de las escenas más bellas que el cine de Burton ha provocado: el niño mira en la soledad de su noche las cintas en Súper 8 filmadas con su perrito-actor; recién allí, ante la pantalla de imágenes, vuelven algunas sonrisas. Después, por fin, el desafío: a Dios y a los padres.
Para ello, Burton traza una galería de personajes que son, entre ellos, una concepción de mundo –ruin, gris- porque, por sí solos, poco hacen, nada pueden. Sólo los niños son privilegiados. Y no todos. Algunos. Entre ellos, por eso, la melancolía de este niño-ostra que es Victor. Sentimental como para llorar y, por eso, querer filmar. Entre maquetas y monstruos de plástico. Sin béisbol. Y sin, justicia al fin, profesora de educación física.
El desenlace de Frankenweenie puede resultar demasiado extrovertido para la intimidad primera de la película, con algunas de las situaciones más oscuras, o bizarras (¡las predicciones del gato!), que casi nunca –excepción hecha con Bambi- tuvo Disney. Desenvoltura algo megalómana que obtendrá ribetes quizás demasiado grandes, al dejar un poco detrás la noche solitaria. El remate argumental, en este sentido, puede sonar algo difuso, si bien no altera el espíritu gótico de la propuesta, con el protagónico del molino clásico y frankensteiniano otra vez en escena, en llamas y con la espera furibunda de la turba de vecinos, antorchas en mano, dispuestos a linchar algún monstruo.

Frankenweenie
EE.UU., 2012. Dirección: Tim Burton. Guión: Leonard Ripps, Tim Burton, John August. Fotografía: Peter Sorg. Montaje: Chris Lebenzon, Mark Solomon. Música: Danny Elfman. Voces: Charlie Tahan, Martin Short, Chatherine O’Hara, Martin Landau, Winona Ryder, Robert Capron. Duración: 87 minutos.
Salas: Monumental, Showcase, Sunstar, Village.
8 (ocho) puntos.

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