sábado, 5 de mayo de 2012

The Thing (2011, Matthijs van Heijningen Jr.)


¿Quién anda por ahí?


La cosa del otro mundo
(The Thing)

EE.UU./Canadá, 2011. Dirección: Matthijs van Heijningen Jr. Guión: Eric Heisserer. Fotografía: Michel Abramowicz. Música: Marco Beltrami. Montaje: Peter Boyle, Julian Clarke, Jono Griffith. Intérpretes: Mary Elizabeth Winstead, Joel Edgerton, Ulrich Thomsen, Eric Christian Olsen, Adewale Akinnuoye-Agbaje. Duración: 2011
Sólo disponible en DVD

Por Leandro Arteaga

Pocas cosas más plácidas en la vida que ver una película de John Carpenter. El enigma de otro mundo (1982) fue homenaje –uno de sus tantos- a la obra del cineasta Howard Hawks. Remake del film de 1951 (y recordar que fragmentos de éste se veían en Noche de brujas), la película de Carpenter releía aquel clásico a la vez que sumaba, así como un gran film a su obra, una capa más de lectura a la novelita, o cuento largo, que John W. Campbell publicara en 1938 con el título Who Goes There?, relato considerado hoy piedra basal para la ciencia ficción.
La paranoia desatada por un invasor alienígena, capaz de duplicar al cuerpo huésped, tenía seno en la Antártida, donde un grupo reducido de humanos buscaba la manera de erradicar al “virus” así como de defender la alegoría social que encarnaban en plena guerra fría y macarthysmo. Variaciones sobre esta misma idea tendrán asidero constante, cuyos ejemplos clásicos serían las novelas Amo de títeres (1951), de Robert Heinlein, y La invasión de los usurpadores de cuerpos (1955), de Jack Finney, esta última con bautismo cinematográfico en 1956 y dirección de Don Siegel.
 La lista es extensa, continúa todavía, con invasores otros, de rostros cambiantes, pero con una misma cara para el “héroe”. Bastante se hablaba, entre tantas nuevas malas reversiones, de otro “enigma de otro mundo”. Y si bien esta nueva “Cosa” es remake del original tiene el tino, al menos, de situarse como precuela. Lo que equivale a recordar, rápido, cuál era el inicio –inolvidable- de la versión carpentiana, con el perro perseguido en pleno ártico por un helicóptero. Desde allí, para atrás, la “revisión” nueva.
Pero, como de costumbre, de revisión nada y de golpes de efecto mucho. Si el film de Carpenter supo tener, dado el presupuesto mayor y en este sentido diferente a sus demás films “B”, más atención a los efectos especiales y de maquillaje, con artesanía de Rob Bottin, la que aquí se anuncia como “antecesora” hace gala de efectos digitales que resultan “estruendos” antes que recursos para el relato. Si Carpenter es, sobre todo, un storyteller, la precuela se asume, en todo caso, como un híbrido oportunista que, incapaz de narrar, no duda en conjugar referencias obvias con la versión de Carpenter así como con remedos del tipo Jurassic Park, literatura lovecraftiana, o la mismísima Alien (de la cual se espera, por otra parte, también una precuela –Prometheus-, si bien con firma del realizador original, Ridley Scott).
Si Kurt Russell era el (anti)héroe de Carpenter, aquí la heroína será encarnada, sin culpa de la actriz, por una anodina Mary Elizabeth Winstead, dedicada a descubrir emplomaduras de dientes como pruebas del adn terrícola. De paranoia poco y nada. De relato sabio, mucho menos. Pero, vistas las contras, encontrar un eco a favor: el término del film es inicio, justamente, del de John Carpenter. Si no la vio, entonces, sepa cómo inicia (o continúa) una buena película. Ahora sí, ¡viva el cine!

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