lunes, 12 de diciembre de 2011

Leo Sandler: entrevista


Una manera de contar historias


Entre páginas y pilas de revistas, Leo Sandler destila variedad y profesionalismo en su dibujo. Lo hecho y lo que viene, con la historieta como “manera ideal de contar historias”.

Por Leandro Arteaga

Leo Sandler no sólo dibuja incansablemente, sino que de una manera igual de vital impulsa proyectos, antologías, revistas, vínculos profesionales, desde el marco unificador y narrador de los cuadritos. La historieta es lo suyo, mientras la cultiva, lee y grafica, desde estilos y formatos varios: tiras cómicas, ilustraciones de portadas, novelas gráficas, más algunos “continuará” que lo mantienen siempre ocupado.
“Creo que es un poco el medio el que lo elige a uno. Yo me crié leyendo historietas, primero Skorpio, que era lo que había en mi casa, después Fierro, y llegó un momento donde tuve en la cabeza la certeza de qué era lo que quería hacer. La historieta era la manera de contar historias que yo había encontrado, y si bien en algún momento lo intenté con la escritura no me resultaba igual de fácil. Al comenzar a trabajar profesionalmente me pude dar cuenta de que en realidad no era tan fácil, y que lo que uno entendía como facilidad se trataba más bien de una idea” relata Sandler a Rosario/12. “Al mirar lo que hacían los grandes maestros uno comenzaba también a darse cuenta de que la historieta implicaba mucho trabajo pero es eso, justamente, lo que lo hace más lindo. Es una cuestión de empatía con el medio.”

-Entre esos maestros, ¿cuáles influyeron de manera importante?

-Yo soy muy clásico, y si bien me gusta leer y ver mucho cine, cuando tengo que pensar en alguien elijo siempre a Hugo Pratt. Me fascina su cadencia cinematográfica. También admiro muchísimo a Quique Alcatena, a Horacio Lalia, y desde un nivel actual quien me encanta es Salvador Sanz, me parece brillante a nivel narrativo. Hay muchos maestros que me influyeron y otros a los que descubrí ya de más grande. No hace mucho que leo a Darwyn Cooke y me parece genial, si bien sé que cuando tenía 17 años no me hubiera llamado la atención, no lo hubiese apreciado. Otro que me encanta es Paul Pope. Sin duda, cualquier cosa que haga Moebius. Así como algunos clásicos a los que uno, en su momento, no les dio suficiente bolilla, como es el caso de Astérix; lo estoy releyendo y me parece una de las mejores cosas que he leído en mi vida, desde todo punto de vista.

-¿Cuáles proyectos te mantienen actualmente ocupado?

-En este momento tengo al menos dos trabajos a punto de salir; uno es una novela gráfica que estoy haciendo con un guionista cordobés, Diego Cortés, se titula La pasión, son 80 páginas; el otro es una antología con varios autores, a quienes personalmente pude darme el gusto de elegir, entre los que hay muchos amigos y todos talentosos. Estamos también haciendo algo de animación con Marcos Vergara [NdR: dibujante premiado recientemente por la publicación Comic.ar] y participo de otro proyecto con el escritor Alejandro Farías, con quien colaboro muchísimo, donde está involucrado Alcatena, y que tiene referencias cinematográficas con películas como Paris, je t'aime y New York, I Love You. Es más o menos lo mismo, pero trasladado a Buenos Aires y sus barrios; a mi me tocó Recoleta, pero el cementerio, motivo por el cual ¡estuvo bueno!

-¿En qué consiste La pasión?

-Es una historia de corte más bien realista, que se desarrolla en algún lugar de Argentina, en algún lugar del interior del país, probablemente podría ser Córdoba, y se supone que durante los años de la dictadura. Es bastante violenta y testimonial, aunque no se ahonda en datos específicos, sino que es un momento en la historia de un personaje que trabaja en un grupo de tareas paramilitares, de los que abundaban en la época. La mayoría de las historias de Diego (Cortés) tienen una particularidad, la de que sus personajes llegan a un momento de “iluminación”; lo que pasa es que tal situación nunca es fácil, menos aún si estamos hablando de un personaje que tiene ese tipo de trabajo. El desarrollo de La pasión es bastante tortuoso y muy gráfico, en el sentido de que se va desarrollando con muchas escenas lentas, con poco diálogo. Lo poco que se dice es lo que explica el nudo del asunto. El resto es mucha acción muda, muy pausada. Diego tiene ese estilo de escritura, que él dice que no se nota pero que sin embargo está, por más que no haya diálogo.

-Diego Cortés es también responsable del sello Llanto de mudo, cuyo cuidado editorial sobresale cada vez más en las librerías.

-Sí, a lo que se suma que se trata de una persona que siempre se destacó, al menos conmigo, por tener un apoyo hacia los que venimos desde “atrás”. La editorial se ha ampliado mucho y cuenta también con otro tipo de autores, más consagrados, pero los que venimos remándola desde hace rato siempre hemos tenido un espacio, que se remonta a publicaciones como Ignatius, un proyecto que consistió en cuatro antologías totalmente libres, donde la única consigna era hacer historietas. También me di el gusto de dibujar Elvisman [NdR: una suerte de clásico de culto del cómic cordobés], cuyos números hoy son muy difíciles de conseguir. Empezó en el ‘97, ‘98, y la dibujaba Juan Ferreyra, con guión de Diego Cortés; era un superhéroe cordobés, cuyos únicos poderes consistían en tener un traje de Elvis y en tomar cerveza, vivía en una ciudad-estado totalitario, dominado por una casta de superhéroes, donde él era la rebeldía, el brote de desidia. Elvisman avanzó durante cinco números y está entre los planes de la editorial reeditar la primera etapa, yo dibujé los números 6 y 7, si bien faltan realizar dos números más todavía.

-Entre lo más reciente, ¿dónde pueden leerse algunas de tus historietas?

-Las últimas historietas donde estuve participando son dos antologías del 2009 y 2010, una de Llanto de mudo, Hebrio, con historias borrachas o sobre borrachos, allí trabajé con Alejandro Farías. Como pensamos que se iba a tratar de una publicación cómica elegimos hacer una historia seria. La otra antología se llamó La fábrica, editada por Loco Rabia. Es una especie de obra coral de Alejandro, son todos guiones de él, donde participamos distintos dibujantes; básicamente, se trata de una fábrica donde los obreros, como resultado del trabajo continuo, se vuelven animales; es decir, son antropomórficos, tienen cabeza de animal. A partir de allí, se suceden diferentes interacciones entre los personajes que están dentro de la fábrica –animalizados-, con los que están por fuera.


Las historietas e ilustraciones de Leo Sandler pueden consultarse en leosandler.blogspot.com.

En Rosario/12 (03/12/2011)

No hay comentarios: