miércoles, 6 de julio de 2011

Diego Fidalgo+Antonio Oliva: entrevista


La película, el libro, y la memoria




El film de Diego Fidalgo narra el encuentro del último ejemplar de El fusilamiento de Penina, escrito por Aldo Oliva y quemado por la dictadura militar. “Lo que nos ayuda siempre a seguir es la memoria”, señala Antonio Oliva.

Por Leandro Arteaga

En el Espacio Santafesino de Cine El Cairo, y como resultado del Premio Estímulo a la Producción Audiovisual, que entrega el Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia, se estrena hoy (jueves pasado), a las 20.30, Hombres de ideas avanzadas, film dirigido por Diego Fidalgo. El documental se inscribe desde la doble historia que suponen la vida de Joaquín Penina –anarquista catalán fusilado en las barrancas de Saladillo durante la dictadura de Uriburu- y el libro que con el título El fusilamiento de Penina, Aldo Oliva escribiera en los años ’70, cuya edición fuera quemada de manera íntegra por la última dictadura militar.
“El documental trabaja en tres tiempos históricos: la época del Penina, la década del ‘70 -cuando se escribe el libro-, y el rescate que en el año 2003 se lleva adelante con el descubrimiento del libro perdido. La película lo acompaña a Antonio en la búsqueda del libro y de su reedición en España”, comenta a Rosario/12 el realizador. “Uno de los jalones tiene que ver con la experiencia de la biblioteca Vigil, que fue la que editó el libro de mi padre, biblioteca que fuera intervenida por los militares en el año ’77. Una de las expresiones más fuertes de la represión sobre ella fue la quema de libros y la desaparición de la totalidad de la edición del libro de mi viejo” agrega Antonio Oliva.

-En el transcurso del film, cada una de las instancias que refieren encuentra su correlato necesario en las otras.

-Oliva: Lo que se rescata desde la película es que en realidad, y ante el enorme avance del olvido, siempre hay un punto de donde tirar la cuerda de la memoria. La película cae siempre en una especie de foja cero pero puede continuar porque lo que aparece es la memoria. Es un poco ese pasaje de caída que en general las sociedades sufren a partir del olvido, pero siempre hay alguien que sigue contando, que sigue relatando.

-Como ese encuentro casi fortuito del único ejemplar, que narra la película.

-Oliva: El libro aparece desde el seguir preguntando. Mi padre lo había escrito más o menos en 1975, sabía que los ejemplares habían sido incinerados y no se había quedado con los originales. Cuando vuelve a Rosario, luego de su autoexilio en España, comienza a preguntar sobre el ejemplar, pero nadie tiene noticias.
-Fidalgo: Mientras que los otros cuatro libros que integraban esa colección ya habían aparecido.
-Oliva: Él fallece antes de que aparezca, en el 2003, y gracias a Raúl Frutos, el bibliotecario mayor de Vigil, que fue un poco el que siguió indagando. Resulta que uno de los contadores de la Vigil, Cacho Rodríguez, encuentra en una caja de cosas viejas de Vigil un libro sin tapas y con los datos editoriales arrancados a propósito. Era éste libro.

-¿Qué te ocurrió al encontrar el libro?

-Oliva: La impresión fue de bastante conmoción, porque se trataba de un relato que mi padre hacía siempre sobre un material que no existía. Que reapareciera suponía, en un principio, que había que hacer algo con un libro que nadie había leído, el único que realmente sabía lo que allí se decía era mi papá. Es así que lo mandamos con un prólogo mío y de Roberto Frutos -hijo de Raúl-, y un reportaje a Rubén Naranjo, quien era el editor, a Cataluña, a Barcelona. A la editorial Viejo Topo le interesó y lo reeditó.

-De acuerdo con la analogía de la película, con la cantidad de libros de la Vigil que la dictadura incendia podría llenarse…

-Fidalgo: se llenaría el gimnasio de deportes de la institución.

-¿Cómo abordaste el relato, desde qué intenciones narrativas?

-Fidalgo: Un poco era tratar de ir agotando todos los caminos que nos llevaron a Penina, la película da cuenta de esa búsqueda en tiempo presente. No siempre esos caminos conducen a algo, pero eso es parte de la investigación y queda plasmado. También hay una especie de relato que tiene que ver más con el ensayo en torno a los conceptos de memoria y de memoria histórica, en esa búsqueda uno va encontrando lugares que puede materializarlos desde algún resquicio del personaje -por dónde estuvo, dónde resonó su nombre-. A ello se suman la distancia y dificultad histórica de hablar de un personaje de casi cien años, los pocos archivos y testimonios, y algo que siempre hablamos y que tiene que ver con el hecho de que la memoria histórica del movimiento obrero casi siempre es oral, no hay mucho registro escrito; también eso es parte de la materia de la película: el aporte que permiten las voces y los silencios, que siempre están diciendo.

En Rosario/12 (30/06/2011)

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