domingo, 7 de junio de 2009
Por fin viuda (2008, Isabelle Mergault)
Una comedia para el bostezo
Por fin viuda
(Enfin veuve)
Francia, 2008
Dirección: Isabelle Mergault. Guión: Jean-Pierre Hasson, Isabelle Mergault. Fotografía: Philippe Pavans de Ceccatty. Montaje: Véronique Parnet. Música: Étienne Perruchon. Intérpretes: Michèle Laroque, Jacques Gamblin, Wladimir Yordanoff, Tom Morton, Valérie Mairesse. Duración: 93 minutos.
No concuerdo con la necesidad de vincular, para descalificar globalmente, el film del que aquí hablaremos con las características estéticas y temáticas de otros –casi- similares. Sin dudas, dicha semejanza puede establecerse desde el género y la nacionalidad. Es así que el cine francés de los últimos años se preocupa por cultivar una comedia proclive a un tipo de humor de situaciones, las más de las veces -quizá- ligadas a ámbitos burgueses aunque, también, acorde con problemáticas mayores, no exclusivas de este entorno.
En este contexto fílmico, podemos precisar títulos tales como El restaurant, El invitado, Mi otro yo, Mi mejor amigo, todos ellos con el protagónico del gran Daniel Auteuil. Podremos, decíamos, descubrir similitudes como las que señaladas, pero también encontrar desemejanzas, puesto que Por fin viuda adolece, a diferencia de estos films, de un contagiante tratamiento humorístico y, por el otro, tal vez se deba a la identificación plena que la película hace, por medio de su personaje principal, con el modo de vida burgués. (También podríamos, por qué no, distinguir la abulia burguesa como una suerte de tinte crítico, pero no forcemos demasiado lo poco que la realizadora Isabelle Mergault nos ofrece).
Por fin viuda remite al deseo oculto, prontamente cierto, de Anne-Marie (Michèle Laroque), esposa de un adinerado cirujano de estética femenina. La vida de amor paralelo le planteará a Anne-Marie, dadas las circunstancias, una decisión crucial. Y aquello que pareciera ser la solución repentina a tanta indecisión culminará por ser, paradójicamente, el mayor de los entuertos. La casa de la mujer se llenará de familiares y amigos preocupados por su ánimo de viuda reciente, a la vez que imposibilitan sus movimientos y cercan la revelación de la inminente fuga con su amante.
Pero lo que podría generar situaciones de tensión, humor y, cómo no, suspense, culmina por revertir en una sucesión ordenada de escenas con algunos momentos para la risa mínima y los lugares reiterativos (el hijo pesado y edípico, la vieja alcohólica del bar, el suegro con Alzheimer, etc.). Todas excusas para prolongar la ya de por sí excusa que significa el argumento del film.
En suma, nos encontramos con un entretenimiento ligero y, aquí sí precisemos, aburrido por burgués. Vuelvo, por ello, sobre el primer párrafo. Aún cuando los films que señalábamos coincidan, por cinematografía, en género y elementos estéticos, existen en ellos motivos que desbordan los límites del planteo y persisten en la retina: la amistad, la soledad o el desempleo como temáticas; más el uso y la construcción del gag de manera verosímil. Todos estos títulos, además, con el beneficio que significa la presencia y gesticulación admirable de Daniel Auteuil. En Por fin viuda no hay nada de ello, sólo una comedia mediocre y proclive a los bostezos.
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