martes, 6 de mayo de 2014

Rosario y las historietas


La ciudad ilustrada

La historieta en Rosario, antes y ahora. El después que interroga. Las revistas, los personajes, los dibujantes. La falta de espacios. Roberto Fontanarrosa y Eduardo Risso, historietistas ilustres.


Por Leandro Arteaga

Pensar la historieta en Rosario es un tema laberíntico. Hay un recorrido que atrapa, con vínculo en el recuerdo lector. Pero lo cierto es que la situación actual es algo extraña: hay muchos historietistas, pero no hay revistas. Entonces, ¿dónde están las historietas?
Si de historieta rosarina se trata, Roberto Fontanarrosa es la figura indeleble. Dos de sus personajes, entre tantos más, son de los más famosos de la historieta argentina: Boogie, el aceitoso e Inodoro Pereyra, el renegáu. Partícipes en numerosas revistas y reediciones desde su aparición señera, en la revista cordobesa Hortensia, durante 1972. El antes y después del gran humorista sucede al año siguiente, en la contratapa del diario Clarín, junto a la troupe irrepetible que convoca Caloi: Crist, Tabaré, Trillo, Altuna, Rivero, Ian, Viuti, Dobal.
Antes de Boogie, el dibujante hacía sus primeros pasos en la revista rosarina Boom (1968-1970). Con una marca gráfica que ya preanunciaba al humorista extraordinario. En tanto publicación periodística ejemplar, Boom es la primera de otras, en donde dibujo y humor pasarán a tener mayor atención. El dibujante Manuel Aranda oficiará de ánima mentora en dos de ellas: La cebra a lunares y Risario.
La primera nació en 1973, tuvo 13 números, compartió páginas periodísticas y humorísticas entre Héctor Beas, Napoleón, Maquiaveli, Sergio Kern, David Leiva, Pablo Colazo, y otros. Aranda venía con experiencia repartida en revistas como Hortensia y Tía Vicenta. La cebra fue la respuesta rosarina. Pero el tirón mayor lo pegó Risario: 45 números, de 1980 a 1987. La dirección fue compartida entre Aranda, Jorge Santa María, David Leiva y Tomás D’Espósito (luego conocido como El Tomi). Muchos humoristas nacientes tuvieron allí lugar, junto a Beas, Fontanarrosa, Maquiaveli, Quique Fenner y el mismísimo Crist. Entre sus historietas, perdura en la memoria colectiva Robinson Sosa, de Aranda y El Tomi, cuyo protagonista y su compañero Jueves, compartían su visión de mundo desde la isla del laguito del Parque Independencia.
Ahora bien, para identificar una revista rosarina dedicada a la historieta, hay que reparar en Tinta, la revista de los dibujantes solitarios. Fueron 3 números, entre 1977 y 1979. La dirección fue de Sergio Kern; con participaciones de Jorge Varlotta (El llanero solitario), Rubén Pergament (Corpuscrisis), Kern (Marquimán!), y el Ultra de Fontanarrosa, primo predecesor del mismísimo Boogie, que la revista exhibía en carácter de inédito.
Sobre los ’80 la profusión es importante: El Maldito Chocho (1981, único número), revista del grupo Cucaño, con El Marinero Turco (Daniel Canale); Enana Turca (dos números, 1981 y 1983), de Mosquil (Gustavo Rojas); Infame, del Marinero y Mosquil (dos números, 1983 y 1984). Pero el arribo de la década nueva será para Rita, la salvaje.
Rita aparece en 1991 y debe su nombre a Juana González, la popular artista de varieté. Gracias al apoyo de la Municipalidad de Rosario, la publicación prometía lo que las demás no podían: continuidad. Estuvo dirigida por Daniel Canabal, a la vez que coordinada por El Tomi y Manuel Aranda, quien se alejaría del cargo unos meses después. Por sus páginas transitaron los nombres de Raúl Gómez, Maus, Niño Rodríguez, Max Cachimba, Fontanarrosa, Eduardo Risso, junto a muchos que hacían sus primeros lápices, como Esteban Tolj, David Nahón, Marcelo Frusin.
Las historietas de Rita ya distinguen un grupo ecléctico, en ebullición. Sin embargo, los problemas presupuestarios terminan con la publicación en el número 9 (agosto 1992). Un décimo número, sin imprenta local, encuentra lugar en la revista porteña Cóctel Molotov #11 (noviembre 1992): “Rita la salvaje. Especial de la gran revista rosarina” decía, de manera póstuma, la tapa de Cóctel.

Dibujantes sin revistas

Acá se abre un paréntesis raro, pero no tanto. Durante los ‘90 la historieta no es inmune al proceso económico. En Rosario poco se podía hacer cuando a nivel nacional las editoriales cerraban progresivamente. Los datos lo confirman: Fierro (Ediciones de la Urraca) concluye en 1992, Puertitas y Puertitas Super Sexy (El Globo Editor) cierran en 1994, Skorpio (Editorial Récord) finaliza en 1996. La que sobrevive un poco más es Editorial Columba –D’artagnan, Nippur Magnum, Intervalo, El Tony–, pero sin un horizonte claro, hasta culminar sus actividades a mediados del año 2000.
Es el momento de la denominada “primavera de los fanzines”. Es decir, revistas publicadas de manera autónoma, donde el dibujante cumple funciones de editor y distribuidor: áreas donde no tiene experiencia, para las que no se ha formado. Si Rita, la salvaje exponía un cúmulo inagotable de talento gráfico, la historieta debía encontrar alternativas. El fanzine (contracción de fan y magazine) es expresión de esta necesidad, a la vez que causal de la Asociación de Historietistas Independientes Rosario, en 1999.
La AHI Rosario se dedicará a nuclear publicaciones, capacitar dibujantes, y organizar –junto a una comiquería de la ciudad– la actividad Leyendas, en las instalaciones del Centro de Expresiones Contemporáneas de la Municipalidad. Leyendas –dedicado a la historieta, el juego de rol y la ciencia-ficción– será un punto de encuentro fundamental, local y nacional, entre artistas profesionales y principiantes. Tendrá diez ediciones, entre 1999 y 2008, con la visita ilustre de historietistas como Carlos Trillo, Carlos Casalla, Leopoldo Durañona y Francisco Solano López.
Con las editoriales en crisis, la vía laboral sobresale en el mercado extranjero. En verdad, es una posibilidad que siempre estuvo, que tempranamente llevó a muchos de los artistas de la ciudad a encontrar allí lugar de trabajo y, algunas veces, de residencia. Es el caso de El Tomi, Napo, Alejandro O’Keeffe, Pablo Raimondi, entre muchos más.
Pero con Eduardo Risso sucederá algo distintivo. El dibujante, si bien cordobés, es un rosarino por adopción, que todavía vive y trabaja desde la ciudad; rasgos que permiten un nexo con Fontanarrosa.

El talento de Risso

A Risso se le debe destacar por varios motivos. En él se cifra un recorrido magnífico, que le ha llevado a participar en los mercados argentino, europeo y estadounidense. Además, formó asistentes, luego devenidos profesionales por derecho propio; entre ellos: Leandro Fernández, Marcelo Frusin, Francisco Paronzini; todos en Rosario y con publicaciones en el exterior. También, Risso es organizador de Crack Bang Boom, junto al Centro de Expresiones Contemporáneas, la primera convención de historietas de nivel internacional que conoce la ciudad, que desde 2010 ha contado con personalidades de relieve como Jim Lee (X-Men), David Lloyd (V de Vendetta) y Brian Azzarello (guionista habitual de Risso).
En cuanto a su trayectoria, Eduardo Risso ha dibujado guiones de Robin Wood (El Ángel), Ricardo Barreiro (Parque Chas) y Carlos Trillo (Fulú, Yo vampiro, Chicanos, entre otras). Con Azzarello ha realizado una obra ya clásica dentro del cómic americano: 100 Bullets (100 Balas), cien números publicados entre 1999 y 2009. La serie le convertirá en uno de los nombres más influyentes dentro del panorama. Y si bien se trata de un dibujante reacio al mundo de los superhéroes, el único que le ha caído en gracia es Batman, a quien supo ilustrar en varias aventuras, siempre en compañía de Azzarello. Los premios más importantes no le han sido ajenos: cuatro Eisner por 100 Bullets –entre ellos el de Mejor Artista, en 2002–, dos Harvey –también Mejor Artista–, y el Yellow Kid en 2004 por, invariablemente, Mejor Artista.
En cuanto a los nombres referidos, Frusin ha sido uno de los lápices de la serie americana Hellblazer (DC Comics), actualmente en plena realización de La expedición, consistente en cuatro álbumes para la editorial francesa Dargaud. Fernández ha transitado títulos Marvel como Punisher, The New Mutants y The Incredible Hulk. Paronzini se encuentra dibujando el cómic interactivo Operation Ajax (Cognito Comics) y proyectos para la compañía griega Deimos Comics. Entre los talentos más recientes figuran Alejandro Aragón –encargado de la versión en cómic de la película 28 Days Later (Exterminio, de Danny Boyle), ahora con el lápiz a pleno en EVE (Dark Horse) – y Damián Couceiro –con un prolongado arco argumental dentro del cómic cinematográfico Planet of the Apes (El planeta de los simios), también finalizando una serie dedicada al éxito televisivo Sons of Anarchy–.
Mención aparte para Carlos Barocelli –cuya continuación de El Eternauta, parece, se edita en breve– y el talento de Gabriel Ippóliti, de colaboración seriada con el guionista bonaerense Diego Agrimbau: La burbuja de Bertold, El gran lienzo, Planeta Extra, Edén Hotel; todas para el mercado europeo. La última elige por protagonista al Che Guevara, durante una presumible estancia familiar en el famoso hotel cordobés, infestado de nazis. Fue publicada en Fierro, luego de conocerse en Francia.
Así como Fontanarrosa, hoy es Eduardo Risso quien aporta un lugar de referencia para pensar la historieta en Rosario. Un momento donde persiste la proliferación de artistas, pero con posibilidades laborales en el exterior. Lo que se ha perdido es el contacto con el lector local, algo que la obra de Fontanarrosa siempre mantuvo.
Hay esfuerzos notables, que quieren desdecir la situación. Revista Términus es el caso ejemplar: ya van cinco números de esta antología, coordinada por los dibujantes Maximiliano Bartomucci, Bruno Chiroleu y el guionista Gastón Flores. Tiene distribución nacional, agotan ejemplares, mientras persiguen el propósito de hacer conocida entre cercanos parte de su obra. Otra excepción es el magnífico álbum Far South (Lejano Sur), con guión de Rodolfo Santullo y dibujos de Leandro Fernández, alguien habitual para muchísimos cómics Marvel, si bien desconocido en la ciudad. Lo ha editado el sello Puro Comic, de Rosario.
“Yo creo que la historieta arranca, siempre, como una vocación, como un entretenimiento; como lo que a uno lo divertía de chico: leer historietas y copiar al dibujante”, decía Fontanarrosa a este cronista. Así es como el vínculo se entreteje y la historieta crece. Por eso, y entre tantas otras dudas, ¿qué ha sido del “Pollo” Palacios? ¿Dónde fue a parar?


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