miércoles, 10 de agosto de 2011

Super 8 (2011. J.J. Abrams)


El cine, los zombies
y los amigos


Super 8
(EE.UU., 2011)
Dirección y guión: J.J. Abrams. Fotografía: Larry Fong. Música: Michael Giacchino. Montaje: Maryann Brandon, Mary Jo Markey. Intérpretes: Joel Courtney, Kyle Chandler, Elle Fanning, Riley Griffiths, Ryan Lee, Gabriel Basso, Zach Mills. Duración: 112 minutos.



Por Leandro Arteaga

En consonancia conciente con el cine de su niñez, con el disfrute que le provocaran aquellos films de los ’80, con niños casi adolescentes, misterios por resolver, fantasías reales (o al revés), seres de otros mundos y amigos para siempre, es que J.J. Abrams realiza Super 8.
Si Steven Spielberg fuera nombre relevante dentro de aquella década –donde el realizador/productor actualizara, justamente, sus tardes y tardes de matinée-, poco relevo es el que hoy queda, con un Spielberg abocado a films más “serios”, pretenciosos, o plenos de robots estúpidos. De todos modos, y qué bien, su asociación con Abrams destila en Super 8.
¿Y qué es lo que viene a ofrecer Abrams? Más de lo mismo, de lo que tanto le gustara y que bien sabe cómo volver a narrar. Con el éxito de la admirable serie televisiva Lost y la puesta al día del mito Star Trek en la gran pantalla, como algunas de sus credenciales. Abrams, él sí, es relevo del espíritu del cine de aventuras, de historias que son historietas, llenas de ganas de pasarlo bien.
Ése es un rasgo que en Super 8 se nota, que aparece desde su mismo desarrollo, con sus escenas elípticas y aumentadas en suspense, con sus niños-protagonistas –nuevos Little Rascals-, decididos a resolver el misterio del extraterrestre porque de lo que se trata, en última instancia, es de filmar una película, una película en “súper 8”.
Hay algo de nostalgia evidente, porque el film ocurre en 1979 y porque, dado el cine actual, sus ganas de pasarla bien parecen no poder circunscribirse a los tiempos que corren, donde si bien cunden camaritas de todo tipo es poco el ingenio que las secunda.
Con las ficciones de Abrams lo que reaparece es el espíritu de vivir el cine como entretenimiento, como diversión feliz, con una misión que cumplir junto con un héroe que tiene tantos años como cualquier niño con ganas de fantasías. Super 8 tiene efectos digitales, pero sin el protagonismo con el que en tantas películas suelen obnubilar a la historia, porque es ésta la que aquí sobresale. Y aún cuando para su resolución aparezcan ciertos momentos débiles, poco verosímiles, poco importa. Porque la película se disfruta.
Si de lo que se trata en Super 8 es de filmar una película, su desenlace tendrá que ver con esto antes que con cualquier otra situación. Además, el objetivo es filmar una película de zombies, con homenajes a Romero, a Carpenter, con 12 años, en oposición al mandato paterno, y como manera eficaz de exorcisar –halloweenianamente o, también, bradburyanamente- a la misma muerte. La que se llevara a mamá y, parece, se puede llevar a cualquiera. Anda dando vueltas por allí, por ahí, nada mejor entonces que filmarla, que reírse.
Nada mejor, en suma, que mirar una película.

2 comentarios:

Tiendas Muebles dijo...

A mi super8 me parece un quiero y no puedo. Un intento de aproximarse al espíritu de películas ochenteras del estilo ET o los Goonies, pero se queda en eso, en un intento.
La historia está manida hasta más no poder y los personajes de los niños son arquetípicos hasta la nausea: el gordo listillo, el pequeñajo cabroncete, el prota que acaba de sufrir una desgracia y la chica guapa.
Entretenida es, pero desde luego, cualquier comparación con las ya mencionadas ET, los Goonies o Cuenta Conmigo, por ejemplo, es un auténtico insulto.

Chat Gratis dijo...

Una pelicula como las de los 80, la verdad es que me parecio fantastico el trabajo del guion, y el papel de los niños.
A mi me gusto mucho, hace sentir el cine desde dentro y la ilusion por el mismo, mezclado con la ciencia ficcion.