lunes, 15 de junio de 2009

Un destello en el cielo (2007, Kay Kenyon)


El cielo,
velo q
ue esconde aventuras

Un destello en el cielo
Titulo original: Bright of the Sky
Autor: Key Kenyon

Traducción: Álvaro Sánc
hez-Elvira Carrillo
Fecha de publicación: marzo de 2009
Formato: 23 x 15 cm
Encuadernación: Rústica con solapas
Páginas: 416

PVP: 21,95 € - ISBN: 9788498004571
Colección: SOLARIS FICCION Nº: 122
Género: Ciencia ficció
n
Otros idiomas: más de diez

El cielo estaba en llamas. Nubes altas y estratificadas hervían en un fuego blanco azulado. Parecía como si debiera cegarle, pero tras la conmoción inicial, comprendió que el fuego era brillante y delicado a la vez (…) siempre era así: el cielo, en llamas.
p. 76

Separado del ruido mundano, también forzado a callar o hablar para sí, como si sólo de un mal recuerdo se tratase, Tïtus Quinn dispersa sus horas solitarias entre trenes en miniatura, lejos de la sociedad, más lejos todavía de la corporación que lo empleara y, ahora, silenciara.
Estamos en un tiempo futuro y tecnológico y, también y como siempre, en manos de grupos económicos. Hubo un viaje que resultó en tragedia. Poco recuerda el otrora piloto Titus, pero sí lo suficiente como para saber que su esposa y su hija quedaron allí, del otro lado, en ese otro mundo que Titus insiste en llamar Omniverso. Por algún motivo, el piloto pudo volver, aunque ignora por qué y cómo, mientras Minerva, la corporación, ha obligado a callar todas las referencias sobre el hecho, pendiente de su prestigio en vuelos, en dinero, en cualquier cosa, menos en la voz de un loco.
Este mundo paralelo no existe, es imposible. Sólo podría devolver a Titus algo del rango de la verdad la misma institución que le quitara la palabra pública. Será así, entonces, como Titus podrá volver al Omniverso. Cuando Minerva le ofrezca otro viaje, entre conspiraciones y chantajes, para que Titus acepte y explore y vuelva. Pero Titus tiene también otros planes. Allí, entonces, nuestra aventura.
Asistir al Omniverso será el momento mejor para el lector: vislumbrar un cielo que explota en naranjas y bermellón, aguas color mercurio, habitantes salidos de cuentos fantásticos. Allí va a parar Titus, el legendario Titus Quinn. Porque mucho se sabe de él, aunque poco sea lo que recuerde sobre sí mismo. El periplo de Titus sabrá entretejerse, por ello, desde distintos lugares: el pasado lentamente recobrado (a veces doloroso), las historias paralelas (y que uno augura se encuentren), los aliados y enemigos olvidados, la elegancia sobrenatural y terrible de los tarig, la adoración y el temor que profesan, y la prosecución de una misión que se debate entre la obligación y el deseo.
Uno no puede olvidar el vínculo que nos despierta el libro de Kay Kenyon respecto del plot legendario y de historieta que movilizara a Juan Salvo en El eternauta (1957-59, Oesterheld/Solano López). Tanto allí como aquí, los protagonistas acarrean una pena que los consume y los obliga a nuevas aventuras. Muchas tristes, otras mejores, pero con la angustia sobre sí: recuperar la familia perdida. No sabemos, todavía, cuál será el destino final de Titus Quinn, pero sí que una vez a bordo de sus pesares y recuerdos recuperados, los lectores vamos a querer continuar consigo para saber y, sobre todo, para disfrutar.
Un destello en el cielo es el primero de los libros que componen la serie que Kay Kenyon dedicara a este melancólico protagonista y su mundo de Aventuras: el Omniverso. A World Too Near (2008) es su continuación (pronto a ser publicado también por La Factoría de Ideas), más un tercero, City Without End, que la autora tiene en preparación.
Elegiré detenerme, por último, en las gondi, creaturas sobrenaturales (pero naturales para el Omniverso), que guardan un parentesco muy familiar para nosotros, los simples humanos. Descubrir sus orígenes no sólo nos permite adentrarnos más en la gracia imaginativa de Kenyon, sino también en la definitiva puesta en duda sobre tantos dogmas, venidos ellos –qué duda cabe- desde confines tan delirantes y fantásticos como el mismísimo Omniverso. A esperar el segundo el libro.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

He encontrado este blog por pura casualidad. Este libro me tiene desconcertado. Aunque empieza bien, la parte fantástica me está pareciendo muy mediocre. Da la sensación de que la autora no sabe por dónde llevar la narración y sale al paso a medida que escribe. En cuanto se descubre el Omniverso la narración se estanca y no evoluciona. De momento creo que es un planteamiento que podría dar más de sí, pero está mal desarrollado. Titus Quinn es un personaje que cae mal.

Leandro Arteaga dijo...

Coincido contigo, "Anónimo". Desde el comentario lo que se persigue, justamente, es el diálogo con el lector. Sólo posible si se lee (y se incentiva esta posibilidad). Preferí detenerme en los rasgos mejores del libro, es decir, aquellos que me impulsan en la lectura. Es cierto que Titus Quinn -digámoslo de otra forma- no cae bien. Rasgo que a mí, debo decir, me genera mayor disfrute. De todas formas, de veras, quiero saber cómo continúa todo esto. Saludos.

Juanlu dijo...

Soy el comentarista "Anónimo" de antes. Estoy a punto de terminar el libro. Creo que es justo resaltar que, aunque el inicio de las aventuras de Titus me sigue pareciendo inconsistente, la historia mejora con la introducción de los inyx (el jinete de Riod sí está bien definido, me recuerda a Arya de CdFyH) , aumenta la intensidad del relato y la personalidad de Quinn se define un poco mejor. Tiene momentos a mi juicio memorables como el viaje a bordo de la navitar, el encuentro con la Niña Pequeña, las Gondi... En definitiva es un libro distinto que puede merecer la pena. Eso sí, paciencia al principio

Leandro Arteaga dijo...

Gracias por el diálogo, Harlan. Visité tu blog, a propósito, y me gustó mucho. Ya te dejaré algún comentario por allí.
Muchos saludos.

Montse dijo...

Es cierto que a medio libro la cosa decae. Luego recupera el ritmo, pero lo peor es que a medida que te acercas al final vas sospechando que esto no acabará... y luego descubres que es una primera parte de tres :-( eso explica las escenas de relleno.