sábado, 20 de junio de 2020

Retrato incompleto de la canción infinita (2020, Roly Rauwolf): entrevista

   Con la música entre la mente y el cuerpo



Retrato incompleto de la canción infinita reúne archivos, testimonios y rescates, en el marco de un relato caleidoscópico.

Por Leandro Arteaga

Roly Rauwolf concede que sí, que “entre incompleto e infinito el documental asume su imposibilidad, si bien intenta mostrar algo”. Lo que muestra Retrato incompleto de la canción infinita es un camino variado, de asombro, a partir de la figura y obra de Daniel Melero. Una especie de caleidoscopio visual y conceptual, donde los matices confluyen en el músico notable, capaz de desbordarlo todo. Retrato incompleto de la canción infinita se estrenó ayer en la Sala de Cine Virtual Puentes de Cine , que programa la Asociación de Directorxs de Cine PCI.
“Lo que quería de alguna manera era entrar en distintos lugares de su mente y de su cuerpo. Cuando inicié el proyecto, pensé que iba a hacer entrevistas a otras personas, desde una estructura más convencional, pero luego fue surgiendo esta forma, que me pareció más interesante y que lo representaba mejor a él”, explica Rauwolf.

--¿Te resultó un problema lidiar con tu admiración?
--Fue un lindo problema, un bello problema. Traté de que no quedara como la película de un fan embobado, y de buscarle la forma. Pero la verdad es que siempre tuvimos una muy buena relación, él fue muy generoso y a medida que fueron pasando los años me abrió puertas en este recorrido. Siempre fuimos como dos caballeros. Hubo un punto en donde no quise ser el amigo, porque ya era bastante con ser fan. El recorrido estuvo bueno, y creo que se ve en la película.

--¿Cuántos años pasaron a partir de la decisión de hacer el documental?
--La primera entrevista se la hice en 2012, a partir de un programa para Canal Encuentro. Yo le quise hacer una entrevista más profunda, y me llevé un cuestionario extenso, a ver si se copaba. Ése fue el puntapié. Luego estuve haciendo el trabajo de investigación y buscando productor, rol que terminé asumiendo. En el 2016 me dije basta, a esto hay que darle forma, quería ver al documental caminar. Ahí ya tenía como un 70 por ciento realizado, entre entrevistas, archivos, y lo que Daniel me iba compartiendo. Pero el documental empieza a terminar cuando entra en el Bafici, donde la inscribo como Work in Progress y queda seleccionada. Ahí ya tenía 40 minutos armados, y en unos meses realizamos el trabajo que faltaba.

Entre el material que fue apareciendo, hay un ensayo de Los Encargados –la banda de Melero, pionera del tecno argentino- que Rauwolf incorporó a esta nueva edición, a la manera de un bonus track. “Esa post-escena es genial” dice, y tiene razón. “En cuanto a decidir qué incluir y qué dejar afuera, fue parte de un proceso integral, pero fue el mismo material el que iba decantando. Yo busqué las escenas fuertes, y lo que de alguna manera me guiaba era la entrevista. No quise que fuera cronológico, pero sí con cierta orientación para el espectador, porque la película, si se quiere, es mezquina con ciertos datos. Pero están los datos necesarios para que se entienda. Hay materiales o discos que no están, pero que podrían ser parte de una segunda etapa del documental, discos como Travesti y Operación escuchar, o la dualidad entre Tecno (2000) y Vaquero (2001), discos que no tienen nada que ver uno con el otro si bien están pegados. Pero de esa etapa no tenía tanto archivo, fue apareciendo a posteriori”, continúa.

--Tras la experiencia de la película y luego de tantos años, ¿apareció algo distintivo en Melero, que te haya sorprendido?
--Siento que en el recorrido aprendí anécdotas y cosas que no sabía y que fueron reconfortantes e inspiradoras. También le fui mostrando lo que hacía, porque me interesaba que le gustara el documental sin traicionar mis ideas ni lo que quería lograr. Quería escucharlo porque era a él a quien estaba retratando. Tuvimos un par de encuentros donde me dijo algunas cosas, nunca en carácter de tenés que hacer esto o lo otro, pero lo que me decía me llevaba a hacer una tercera cosa, todavía más interesante, y eso estuvo bueno. Más que descubrir, siento que confirmé cosas que ya había descubierto durante el trayecto de fan. Si bien lo conozco por su música siempre me interesaron sus entrevistas, y sabía que tenía cosas interesantes para decir, porque siempre tiene alguna idea, reflexión, un concepto o punto de vista que es nuevo para mí, eso es algo que busqué también rescatar. Por eso en la película se habla de discos y de ideas; de sensibilidades, si se quiere.

Entre los recursos de valía, que la película atesora cuando indaga en salas de ensayos, diálogos, gestos y momentos íntimos, hay dos rescates notables. Uno de ellos tiene que ver con la presentación de Melero en el programa televisivo Todo por 2 pesos, donde Fabio Alberti y Diego Capusotto permiten a Melero revertir lo sucedido durante el fatídico B.A.Rock del ’82, cuando a Los Encargados los bajaron a naranjazos del escenario. “Sabía de ese momento porque yo editaba Todo por 2 pesos (risas). Como no encontraba imágenes de los famosos tomatazos, no hay ninguna foto, tenía este as en la manga, y lo resolví de manera metafórica. Melero se presta al juego de la escena, un capo”. El otro momento es la actuación en Feliz domingo para la juventud, con la presentación de Silvio Soldán, uno de los pocos conductores que hicieron posible la difusión del rock en la televisión argentina: “Para mí es un momento fuerte, es éste el tipo de rescates que me encantan”.

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