sábado, 5 de septiembre de 2009

Eduardo Sacheri: La pregunta de sus ojos (Alfaguara, 2009)


Miradas que nos recuerdan


La pregunta de sus ojos
Eduardo Sacheri
Alfagura, Buenos Aires
, 2009
ISBN: 978-987-04-1276-2
Código: 54107
Colección: Hispánica
320 páginas
$ 49



Por qué no pensar a La pregunta de sus ojos como el libro dentro del libro. Como el juego espejado que propone la literatura. Donde nos miramos y desde donde, también, miramos. Más, agregar, el otro espejamiento que a su vez significa el film de Juan José Campanella, El secreto de sus ojos (2009), como modo de mirar cine y literatura, dos caras de un mismo problema que fascina. Pero ése es otro tema.
El libro de Eduardo Sacheri (Buenos Aires, 1967) tiene que ver con el autor y no. Porque se relaciona con la vida de los juzgados, y esto es algo que Sacheri, por experiencia, conoce y nos cuenta. También porque el empleado quiere escribir un libro y, en última instancia, uno podría también pensar que ese libro es el que tenemos entre las manos ahora.
Y a su vez descubrir que, aunque cierto, todo ello no es más que un artilugio del que bien podríamos prescindir para la lectura. Entonces ocurre lo mejor. Nos adentramos en la historia de Chaparro y sus problemas y sus ganas. La literatura aparece en la vida de este hombre jubilado como modo de resolver deudas pendientes. Allí donde hubo un caso que su recuerdo todavía guarda, parece haber algo que contar. Más el inevitable revolver de subtramas, pequeños elementos que sirven a la historia principal y sin los cuales no habría interés. Y si bien alguno de estos elementos sea casi pequeño, apenas sugerido, habla más de Chaparro que cualquier otra cosa. Porque hay una historia de amor sin saldar que apenas sobrevuela el relato. Ese apenas es, como literariamente suele ocurrir, lo que mejor nos dice, sea de Chaparro o del libro todo.
La pregunta de sus ojos tiene la capacidad de referirnos un capítulo turbulento, por lo argentino y dictatorial, durante aquellos años previos e inmediatos al golpe del ’76. Utiliza recursos que nos remiten a una mirada negra, de crónica de pasillos de juzgados y de pesquisas deductivas y, algunas, intuitivas. La mirada que desprenden los ojos de una fotografía puede ser más reveladora que el testimonio mejor. Allí es donde sabe mirar Chaparro y, por ello, aprender a escribir una novela. Es así que verdad y ficción se entretejen, como siempre. Y porque la ficción gana, la verdad junto con ella.
El caso que conmociona a Chaparro, para toda su vida y para el argumento de su novela, es el de la violación de una chica pero, debiéramos pensar también, el de la mirada del viudo joven. ¿Qué guarda ese mirar para soportar tanto dolor? ¿Qué más dice? Y a partir de allí el vínculo con otras miradas. Atreverse a mirar en ellas despierta el interés literario y, tal vez bien dicho, también la justicia poética.
Porque en el libro de Sacheri los problemas se van a tener que confrontar. Allí donde la situación es cúlmine, el libro sabrá omitir páginas. Mejor intuir lo que las miradas guardan. Y donde más espera uno encontrar respuestas -interés de suspense que gradualmente nos embarga- descubrir un desenlace que cierra un ciclo y nos abre a otras páginas, ya no escritas. Final que, arriesgo a señalar, es más afortunado que el que nos propone la versión del film y de mejor alegoría.

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