lunes, 15 de noviembre de 2010

El túnel de los pájaros muertos + Marcelo Birmajer: entrevista


"Yo soy deudor de Ray Bradbury"


En un diálogo de mucho afecto literario, con laberintos de terrores, Marcelo Birmajer dialogó con Linterna Mágica a propósito de su último libro El túnel de los pájaros muertos (Alfaguara, Bs. As., 2010)


Entrevista realizada el 29/20/2010
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Por Leandro Arteaga

En El túnel de los pájaros muertos, Marcelo Birmajer (1966) aborda una temática que, confiesa, le da mucho miedo: los pájaros muertos. Niños macabros, adultos peores, y lugares que permanecen intactos para el miedo de siempre, son parte del periplo por el que nos guía el relato. Más una presencia literaria bradburyana que es virtud de artesanía narrativa.



-¿Es posible habl
ar de terror para chicos? ¿Me expreso bien?

-Yo diría que mi libro es para adolescentes, o para jóvenes; pienso que es una literatura que no excluye adolescentes. Hay otros libros míos que sí los excluyen, no le daría a un adolescente libros míos como Tres mosqueteros o La despedida, en cambio sí les recomendaría El túnel de los pájaros muertos. Digamos que lo que hace el escritor juvenil es recortar de la literatura universal aquellos capítulos que resulten más amables para esa franja etária.

-Por mi parte, nunca he dejado de lado la denominada literatura juvenil.

-Yo tampoco.

-Es que Verne siempre nos acompaña. ¡Qué capacidad de asombro constante nos permiten estos escritores!

- Sí, Verne especialmente. Hace poco leí Las tribulaciones de un chino en China, me pareció extraordinario, y se trata de un libro juvenil.

-En relación a tu libro, destacan ciertas situaciones por ser muy violentas, casi explícitas, que dan cuenta de la influencia del cine.

-El cine juega un rol preponderante en mi vida, indefectiblemente en mi literatura, así como también la historieta o la televisión. Yo me he nutrido de géneros distintos, no solo de comedias, drama, policial, terror, sino también en lo que hace a los distintos modos de expresión: el teatro, el cine, la literatura, la televisión. En el terror mis influencias, te diría, son directamente literarias: Poe, Stephen King, Clive Barker, son los primeros nombres que se me vienen a la cabeza. Pero el cine aparece indudablemente desde lo vertiginoso, desde el suspenso y la acción, que son marcas de mi literatura, ya sea para jóvenes o para adultos; es difícil encontrar un libro mío donde no pasen cosas.

-Me recordás una reciente entrevista a Pablo De Santis, donde señalaba algo similar. Creo que hay toda una generación de escritores como vos que nunca ha ocultado el gusto por la historieta y por los géneros.

-Mirá, yo nunca leí una historieta de autoayuda, y eso es una medalla que la historieta puede elevar por sobre la literatura. No me parece muy fácil encontrar libros que estén a la altura de Astérix o de Corto Maltés, así como tampoco hay muchas historietas a la altura del Quijote o de Madame Bovary. En todos los géneros lo talentoso es minoría y la mediocridad es mayoría. Pero en la historieta es más fácil encontrar talento antes que en la literatura, cuando uno habla de historieta podemos pensar rápidamente en Goscinny, Quino, Pratt, decir que algunas de sus obras pertenecen a un género menor habla más de una incapacidad de apreciar el talento del que lee antes que de la historieta en sí misma. Con De Santis te diría que, antes que parte de una generación, formamos parte de un dúo. Somos muy amigos, en la revista Fierro él entró casi al mismo tiempo que yo, a partir de ahí recorrimos muchas cosas juntos, el diario Sur, el programa de Fabián Polosecki, hemos trabajado en más cosas juntos que por separado.

-¿En qué formato narrativo te movés con mayor facilidad?

-Me muevo con más facilidad en el cuento, ese es mi género natural, ahí es donde soy al mismo tiempo un escritor vocacional y de oficio. Después, empezando por la novela, tengo que recurrir al oficio, tengo que esforzarme por hacer que esa historia se encarrile, mientras que en el cuento sale solo. Cuanto más me alejo del cuento, más difícil me resulta. La historieta me resulta mucho más difícil, el guión cinematográfico todavía bastante más. Pero todo lo hago porque vivo de escribir, porque me gusta participar de experiencias distintas, me gusta ver actores participando de algo que yo escribí, me gusta ver un dibujante realizando un guión de mi autoría, aunque no sea mi vocación, mi vocación es la del cuento.

-Y en cuanto al cine, ¿qué te pasa cuando ves la película terminada?

-Te cuento cuando vi El abrazo partido, un guión que escribí en su totalidad y que (Daniel) Burman corrigió al momento de filmar. Cuando la vi lo que sentí es que yo era un mago que, de la nada, hizo surgir un mundo, eso me emocionó mucho. Una obra me confirmaba que yo era capaz de hacer magia.

-De nuevo con El túnel de los pájaros muertos, disfruté de reencontrarme con esos lugares de miedo que ya eran así cuando uno era más joven: el manicomio, la escuela, los espacios cerrados.

-Es que el miedo no evoluciona, no lo combatís con tecnología, al contrario, los mails no hacen más que confirmar que los muertos pueden hablar, ¿cómo te va a hablar un muerto si no es a través de un mail? Lo que hace un mail es confirmar que hay fantasmas, no los ahuyenta. Los celulares pueden ser pasto de temores incluso peores. Los miedos son eternos, atávicos. Hace unos días, en la presentación del libro, decía que pasaron miles y miles de años de la aparición del hombre sobre la tierra, llegamos a la luna, pero todavía nadie se anima a dormir en un cementerio.

-En el libro mostrás cómo los chicos, si bien ya crecidos, inmediatamente se dejan seducir por un cumpleaños en una casa embrujada.

-Es que una casa embrujada es lo más atractivo que hay.

-¡Y con un mago!

-Por supuesto, y de hecho los chicos bromean con que es un cumpleaños vanguardista porque vuelve a ser como el que celebraban cuando tenían cinco años, ahora que ya tienen trece.


-A partir de esto, cómo ves hoy desde el recambio generacional el lugar de la lectura, donde Verne ya no es un nombre habitual.


-Lo que falta son buenos escritores, cuando aparece un libro que conquista desde la lectura, arrasa con todo, con la tele, con las películas, con la tecnología. Uno dice “los chicos están en Internet”, pero ¿qué es lo que miran en Internet? ¿qué es lo que les atrae? En todo caso, están hueveando porque no tienen un buen libro para leer, y somos nosotros los encargados de escribirlos. Si Harry Potter logró vender los millones de ejemplares que vendió quiere decir que se puede. Yo, personalmente, tiendo a volcar la responsabilidad sobre los propios escritores, incluyéndome.

-Y sobre el mundo adulto, que ya no tiene bibliotecas en su casa.

-Y fijate que el mundo adulto, en los suplementos literarios, dedicados al mundo académico de la literatura, suelen recomendar autores infumables, libros imposibles de leer, y eso tiene un efecto perjudicial tanto en adultos como en adolescentes. Hay una enfermedad por recomendar lo incomprensible, lo que se queda en el mirarse el ombligo; son enfermedades culturales, de época, que espero que en algún momento pasen, mejor haríamos en volver a autores como Verne, como Jack London, como Poe, los grandes narradores de la historia.

-Se destaca, como rasgo de época, la corrección política.

-Tampoco hay un consenso respecto de lo bueno en literatura, mientras que sí hay una defensa del chiste malo, de la historia que no cierra, y todas estas teorías terminan por conducir a la no-lectura. Cuando uno agarra un libro quiere que empiece y que termine, uno no espera que el autor se haga el vivo. Cuando los autores hablan, uno también espera que digan algo entendible, que se pueda dilucidar. Por ejemplo, leía los reportajes a Fogwill, que ya no nos acompaña, y la verdad que nunca entendía nada de lo que decía, tampoco de su literatura, aunque sobre todo en los reportajes. Lo conocí personalmente, y era inexplicable, una serie de insensateces. Mirá que te puedo hablar de muchos escritores… Por ejemplo, siempre estuve en desacuerdo con todo lo que decía Cortázar, pero entiendo todo lo que decía, leí toda su obra ensayística, y cada cosa que decía se la entendía. Borges, por ejemplo, en muchas cosas que decía estaba de acuerdo, en otras, profundamente en desacuerdo, pero siempre le entendí. Volviendo a Fogwill, ¿es una especie de genio, al que no puedo entender porque era genial? No, tiendo a pensar que era incomprensible. Pero hay una especie de canon en la academia por la cual quien escribe algo incomprensible pasa a ser genial, y eso aleja a la gente de la literatura. A mí me encanta Philip Roth, me parece extraordinario, pero es alguien que no sabe escribir finales. Yo tengo otras incapacidades, como la de que en mis libros mis personajes hablan todos igual. Eso no se puede vender como una forma de escritura, son las limitaciones de cada escritor.

-Te devuelvo a El túnel…, porque quería decirte que el parque de atracciones muerto, fantasma, que describís, me remitía mucho a Bradbury.

-Ahí tenés a un escritor mayúsculo, que te zamarreaba con cada argumento, que te terminaba con finales imprevistos, que iba al corazón. Por ejemplo a través de ese marciano que encarnaba a familiares muertos en Crónicas marcianas, ¡hay que tener esa idea! Eso es escribir un cuento de verdad. Ese talento lo encontrás una vez en cincuenta años. Yo soy un deudor, un devoto de Bradbury.

-Si tengo que pensar en un cuento suyo, siempre elijo "El lago", en El país de Octubre, donde el protagonista se reencuentra con su mujer muerta.

-Bueno, ahí tenés un escritor que mantiene un tema. Ese cuento tuvo un efecto casi de plagio en mí, en mi novela No tan distinto, donde el personaje se encuentra con su mujer muerta en la pileta de su country.

-Te tengo que contar que a No tan distinto lo leí esta mañana, previendo este diálogo.

-¡No te puedo creer!

-Pero no reparé en esta cita bradburyana.

-Es que el poco talento que pueda tener Birmajer es que tratando de seguir a sus maestros encuentra su propia voz, pero siempre siguiendo a sus maestros. Esto yo no lo pudiera haber escrito sin Bradbury. Y otro libro que me vuelve loco es El hombre ilustrado, es extraordinario. Es Las mil y una noches. Seguramente después va a venir algún infeliz a decir que Bradbury es un escritor menor. Y, si me perdonás, Stephen King escribió muchos libros malos, algunos pésimos, pero hay uno extraordinario que es Cementerio de animales, una obra maestra del terror. Y otro que es también maravilloso es Las cuatro estaciones; luego de leerlo ¿quién puede animarse a hablar mal de Stephen King? Veo que Harold Bloom lo ataca y pienso que es alguien limitado, por más académico y figura de las letras internacionales que sea. A mí no me la van a vender.

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