A propósito de
Nosferatu: una sinfonía de horror (1922)

Por Melisa Morini
La escuela expresionista alemana representa un movimiento artístico que muestra la realidad distorsionada a partir de la interpretación subjetiva del artista. En Nosferatu esto se destaca notoriamente. Al observar la extrañeza de los decorados, el castillo del conde con sus enormes puertas, ventanas, líneas rectas y ondulantes; el paisaje, el pueblo, todo demuestra de alguna manera la perspectiva de la realidad que tiene el creador del filme. El expresionismo se caracteriza fundamentalmente por la aplicación de la máxima luz posible. El movimiento, ahora, está al servicio de la luz para hacerla resplandecer y reflejar ciertas cosas; incluso es aquí donde la luz y la sombra pasan a protagonizar un combate continuo en prácticamente toda la película. La luz se opone a las tinieblas, ya no existe una unidad orgánica o dialéctica, porque la luz no sería nada sin lo opaco que le permite manifestarse. La imagen es entonces dividida en dos y el montaje muestra oposiciones determinadas. En el filme seleccionado, el juego de los contrastes es permanente y se puede observar en gran cantidad de escenas:
- Cuando Nosferatu ingresa a la habitación de Hutter y su figura tiesa queda enmarcada en el arco de la puerta. La media luna blanca de la pared contrasta de forma impactante con el traje negro del vampiro; así como también discrepa el banco de su rostro cadavérico, con sus oscuras ojeras.
- La representación de la pena de Ellen, en contrapartida con la vida feliz de la esposa de su amigo. Ellen, desesperada por volver a ver su amado, vive encerrada en su propia mente llena de tristezas y temores, siempre con largos vestidos negros. La otra mujer, plena y dichosa, comparte las tardes con su esposo, siempre reluciente y vestida de blanco.
- La escena donde se muestra por primera vez, la inmensidad de la mansión del Conde. El cielo en su claridad, se contrapone con la negrura del castillo, tornándolo aún más siniestro y tenebroso.
En este sentido existe tambi


Las temáticas fílmicas van desde la presentación de un pasado medieval hasta la proyección de un futuro. La técnica expresionista invoca una realidad más bien cercana a la pesadilla y sumerge al espectador en grotescos e irrespirables ambientes con una iluminación distorsionada de claroscuros violentos. En Nosferatu esta característica es más que evidente, la pesadilla no solo es vivida por el personaje en su anhelo por cumplir con sus obligaciones, sino por el espectador que se ve enfrentado al espectro del vampiro que aparece en la oscuridad. El pasado medieval es difuso, pero puede sin embargo vislumbrarse en la arquitectura de las casas, el bar, el castillo.
En el cine expresionista se produce un reencuentro con el infinito del que se había partido. Se descubre que el espíritu no había dejado a la naturaleza, pero sólo puede descubrirse como espíritu del mal abrasando la naturaleza entera. Esto conlleva a una más de las características de este estilo cinematográfico, la secuencia del momento sublime donde finalmente se genera el choque del bien con el espíritu del mal. En la película elegida, el momento sublime está en el final de la película: Ellen finalmente se encuentra cara a cara con el enemigo, como única salvadora y responsable de derrotar a la muerte que azota a la ciudad.
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