miércoles, 26 de agosto de 2009

Jaime Iglesias Gamboa: Robert Aldrich (Cátedra, 2009) (entrevista)


Robert Aldrich: radiografía del director iconoclasta



Porque en España se vivencia una cinefilia editorial que nos causa placer –y envidia también- ocurren cosas gloriosas como ésta: un libro dedicado a la vida y obra del gran Robert Aldrich (1918-1983). Su autor, Jaime Iglesias Gamboa, nos cuenta acerca de su análisis cinematográfico, del film de Aldrich que más le gusta, y nos asegura que “lo bueno de un libro como éste, es que lo cinéfilos “salen del armario””.


Nota emitida por Linterna Mágica el 21/08/2009
(para descargarla, ver al final)


El repaso que realiza sobre vida y obra de Robert Aldrich creo que viene a llenar un hueco bibliográfico sobre el autor, y de una manera elogiable. ¿Por qué elige a Robert Aldrich?

-El interés, en primer lugar, surge como espectador. Aldrich es uno de estos directores que tanto abundan en la época dorada de Hollywood, que aparentemente no tiene el sesgo de autor, pero que cuando uno va viendo sus películas inevitablemente se percibe que detrás hay una personalidad bastante interesante. Lo que pasa con Aldrich es, creo, que sus películas son más famosas que él. Todo el mundo conoce Doce del patíbulo, ¿Qué pasó con Baby Jane?, La venganza de Ulzana, Kiss me Deadly, pero realmente nadie las asocia con la misma persona. Fue un poco esta idea de reivindicar su personalidad, su figura de autor de una treintena de películas muy importantes y muy conocidas, lo que me llevó a proponer a Editorial Cátedra la escritura de este libro. También para cubrir un poco el vacío bibliográfico sobre Aldrich en general, porque si bien hay tres o cuatro obras en inglés, son muy escasas si las comparamos con otros directores contemporáneos suyos.

Qué lugar complejo el que ocupa Aldrich. Pareciera, desde la lectura de su libro, como si el realizador nunca se sintiese conforme con el lugar que ocupaba, siempre buscando una libertad de expresión mayor, lidiando con los intereses de los estudios, con la taquilla…

-Él es un inconformista. Si algo tienen en común sus películas es la búsqueda de la autodeterminación existencial por parte de sus protagonistas, que más que héroes son antihéroes que luchan contra el sistema. Cuando profundizas en su biografía, inevitablemente ves que ese discurso anti-sistema -por así decirlo- está muy ligado a su persona. Aldrich era descendiente de una de las familias más adineradas de la Costa Este, su abuelo fue senador republicano, su papá también editó un periódico conservador, y él, por así decirlo, fue la “oveja negra”, que se mantuvo al margen del lugar que se le tenía reservado. Llega a Hollywood a través de un tío suyo, que le coloca allí, donde se produce una lucha de cierta complejidad por rebelarse por hacer aquello que a él le apetece. Un poco de manera quijotesca, luchando contra los molinos: primero contra su propia familia y, a medida que desarrolla su trayectoria, la lucha continúa, en primer lugar, con el clima político que había en Hollywood a final de los años ’40 con la Caza de Brujas. Aldrich trabajó como asistente de dirección de muchos directores que estuvieron en la lista negra. Eso le llevó, a su vez, a irse a Nueva York cuando las cosas se pusieron feas y a enrolarse en televisión, pero nunca perdió de vista el tema de llegar a hacer lo que quería en sus películas. Desde ese punto de vista es un luchador nato, y es muy interesante ver en las distintas etapas de su trayectoria cómo se define en su lucha contra el medio, contra aquellos que quisieron verle derrotado y que no confiaban en él; es de un resurgir continuo. Creo que eso también es lo que ha provocado un poco el que no haya un análisis serio sobre la obra de Aldrich, porque no es un director que ofrezca una trayectoria muy clara, sino que son varios ciclos, y cada ciclo es como una respuesta al anterior. Es una trayectoria bastante compleja pero apasionante.

Esta relación conflictiva también se percibe desde la crítica, que primero lo reverencia y luego se aleja de él. Pienso en Doce del patíbulo, film denigrado, atento con el público, y luego revalorizado.

-Es un director que con el público más o menos siempre conectó bien, lo que pasa es que su filmografía pasa por ciclos. En la segunda mitad de los años ’50 filma cuatro películas incontestables como Veracruz, Apache, Kiss me Deadly y The Big Knife. En esa vorágine en que está un poco la crítica (europea, ya que en Estados Unidos está por otros derroteros), buscando nuevos autores, enseguida se le reivindica. También porque mientras se movía en los géneros tradicionales ofrecía un nuevo giro, una nueva mirada: sobre el cine negro, por ejemplo, en Kiss me Deadly, que es un film terriblemente político bajo una apariencia de thriller convencional; o en Veracruz, que es un antecedente directo del spaghetti western de Sergio Leone, por cómo utiliza la violencia como elemento de distorsión en la acción o por el uso del humor, que hasta ese momento no se prodigaba mucho en el western. Entonces sí, surge en ese momento como la nueva esperanza blanca del cine norteamericano; lo que pasa es que, “aunque te dieran malas cartas”, tal como decía Aldrich, “lo importante es seguir en la partida”. En un momento dado tuvo un conflicto con los estudios, con Columbia concretamente, lo despidieron de un rodaje y pasó a ser un apestado en Estados Unidos. Vino a Europa a rodar y un poco desapareció del primer plano, porque las películas no eran de mucha calidad. Ahí es donde la crítica le pierde la pista. Cuando emerge con un mainstream como Baby Jane, a la que siguen otros como El vuelo del Fénix o Doce del patíbulo, es donde cambia la percepción sobre su figura y parece como si se hubiese “vendido”, es decir, se fue a Europa y ahora vuelve a Estados Unidos y tiene que pagar peaje y hacer películas sobre el gusto del público: barrocas, explosivas, impactantes. Sin embargo, esas películas las autofinanció él. Si Baby Jane no hubiese funcionado, seguramente su carrera se hubiese visto muy tocada. Es verdad que sobre su figura siempre se ha jugado un error de percepción bastante evidente por parte de la crítica.

Si tuviese que detenerse en algún film o secuencia de Aldrich, ¿en cuál piensa?

-Para mí la etapa más interesante del cine de Aldrich, un poco porque es el compendio de todas las anteriores, es la de los ’70. Yo creo que La venganza de Ulzana es un film bastante significativo de esta etapa y que define el cine de Aldrich en general. Tiene escenas bastante impactantes, como la del suicidio de un soldado con un tiro en la boca, escena que me viene enseguida a la cabeza; pero más allá de ello, de ese estilo barroco, lo que prevalece es un análisis muy sereno y muy profundo sobre las relaciones humanas. La venganza de Ulzana me resulta muy interesante por su incorrección política; es una película en la que, mientras los movimientos contraculturales estaban enalteciendo la figura del nativo americano como una especie de buen salvaje que los blancos se cargaron, el discurso que toma Aldrich es bastante incorrecto para la época. Pero es muy realista, porque está hablando del carácter guerrero del pueblo apache y de la insumisión de esta gente, frente al punto de vista del blanco joven, impetuoso, que dice que lo importante es negociar, “hablar con ellos porque les hemos hecho mucho daño”, y luego al final ocurre el desengaño, porque se confronta con la realidad y con la violencia. Esta película es un compendio de lo mejor de Robert Aldrich. Creo que si hubiese que hacer una descripción rápida de su cine, tendría que ver con cómo analiza la violencia como pauta de socialización, por duro que sea decirlo.

Es extraordinaria, ese costado salvaje que comienza a aflorar en el blanco…

-Creo que incluso hoy en día es una película molesta, molesta por realista, porque nos confronta con una realidad que no queremos reconocer. Es más fácil pensar en términos positivos las relaciones entre los pueblos, pero los choques culturales están llenos de dificultades.

A propósito del film, me viene a la cabeza el asedio al colono que escucha el clarín que nos remite al “7º de Caballería”, a Dios y la Patria…, pero en verdad es un engaño hacia él y hacia el espectador.

-Es muy interesante, es tremenda esta película, que recomiendo revisar. Es que es muy contemporánea, lo que señala a Aldrich como un director bastante adelantado a su tiempo.

No le quiero quitar más tiempo, pero pensar en Kiss me Deadly también me genera ganas de seguir dialogando. Ese comienzo me resulta inolvidable…

-Aldrich siempre decía que los comienzos de sus películas eran muy importantes porque lo que pretendía es que nadie pudiese llegar tarde a la sala. De modo tal que ese comienzo en Kiss me Deadly, con el plano de la persecución, es tremendo. También el de El vuelo del Fénix, con el recorrido de la cámara por los restos de un avión, donde no sabes muy bien lo que pasa pero asumes que ha pasado algo raro. Y el prólogo de Baby Jane: diez minutos que son un cortometraje glorioso.


Descargar nota (mp3) Linterna Mágica (21/08/2009):

parte 1
parte 2 (más introducción: nuestros films aldrichianos favoritos)

1 comentario:

lokacomotumadre dijo...

La entrevista fue buenísima y ya me estoy buscando títulos de Aldrich. Punto extra se gana Linterna Mágina por subir las entrevista para los lectores:)