miércoles, 14 de enero de 2009

Rock Movie Stars

Nota publicada en
Revista Erre!
- Año 2 - #7 (08/2007)

El cine y el rock han sabido conformar
su Olimpo de celebridades. Y las colaboraciones entre ambas mitologías fueron inevitables. Es más, practiquemos un leve corrimiento musical. La primera película sonora fue El cantor de Jazz (1927, Alan Crosland). El protagonista: Al Jolson, nombre musical capaz de asegurar el éxito. Y así fue. El vínculo entre los grandes nombres de la música y el cine fue pacto fáustico. A cambio del alma célebre, el celuloide garantizó inmortalidad.

Entonces, y en plenos '60, ¿qué mejor que concretar el aluvión propuesto desde los títulos de Semilla de maldad (Blackboard Jungle, 1955), con el Rock Around the Clock de Bill Haley? Los tiempos cambiaban. Y los Beatles veladamente reían del papel de chico bueno que Elvis Presley tuvo que componer en todas sus películas, y daban rienda suelta a los espectadores con A Hard Day's Night y Help! (1964 y 1965, ambas de Richard Lester). Lennon reincidió con Cómo gané la guerra (1967), melodrama surreal de Lester donde los sodados morían para renacer como muñequitos. Ringo Starr, además de cowboy, supo ser hijo adoptivo de Peter Sellers en Un Beatle en el paraíso (The Magic Christian, 1969), arrebato de cinefilia y sinsentido.
La semilla de la m
aldad ya había germinado. El cine se nutrió inmediatamente de músicos. Sólo Bob Dylan podía ser parte de la melancolía crepuscular de Pat Garrett and Billy the Kid (1973), del glorioso Sam Peckinpah. Mick Jagger supo estar bajo las órdenes del gran Nicolas Roeg en Performance (1970), además de aparecer en varios títulos que alcanzan el terreno de la ci-fi con Freejack (1992). Pero, tal vez, el más camaleónico de todos, sea David Bowie: Feliz Navidad Mr. Lawrence (¿cómo olvidar la música de Ryuichi Sakamoto?), El ansia (hoy un film de culto entre los amantes de los vampiros), Laberinto (como un perverso rey de muppets), o la reciente El gran truco (¿qué más decir? Bowie es el mejor). También Sting supo transitar, con mayor o menor suerte, las pantallas. Prefiero recordarlo por Quadrophenia y por Dune (¡David Lynch dirigiendo a Sting!). Quadrophenia nos habilita a recordar Tommy (1975, The Who/Ken Russell), El fantasma del paraíso (1974, Brian De Palma, con música y protagónico de Paul Williams), y Pink Floyd: The Wall (1982, Alan Parker, con Bob Geldof).
Iggy Pop
y John Waters. Dos grandes. El título: Cry baby (1990), en donde Johnny Depp se roba a la chica como nunca lo hiciera Elvis. El genio de Iggy también se pasea por el comic-delirio Tank Girl (1995), por la segunda parte de The Crow: City of Angels (1996), y en películas como Dead Man (1995), de Jim Jarmusch. Por m
edio de Jarmusch coincide también con Tom Waits en Coffee and Cigarettes III (1993). El genio de Waits nos supondría un artículo exclusivo: Coppola, Jarmusch, Bennini, Babenco, son directores que supieron elegir al músico de voz áspera. ¿Cómo olvidar su Renfield, el discípulo loco del Drácula de Coppola (1992)?
Prince, Courtney Love, Tom Petty, Michael Jackson, Tina Turner, Madonna, Eminem, suman nombres y muchos films. Demasiados para reseñar. Algunos eligen también la realización. Rob Zombie está a punto de estrenar su tercera película, una remake de Halloween, el clásico de John Carpenter (1). Marilyn Manson también dirigirá Phantasmagoria: The Visions of Lewis Carroll. Toda una expectativa.
Y por último, la excusa que motivó la nota. Keith Richards como papá pirata del gran Jack Sparrow en Pirates of the Caribbean: At World’s End (2007). Convengamos, lo ún
ico divertido de una tercera parte que aburre muchísimo. Nuestros respetos al gran Keith.

(1) La presente nota fue previa al estreno del film
, el cual ha suscitado la puesta en marcha de una segunda parte, también con Zombie tras las cámaras.


No hay comentarios: