viernes, 28 de noviembre de 2008
El cine y las bicicletas
El gran golpe
(The Bank Job)
Inglaterra, 2008
Dirección: Roger Donaldson.
Guión: Dick Clement, Ian La Frenais.
Intérpretes: Jason Statham, Saffron Burrows, Daniel Mays, Alistair Petrie.
Las dos caras de la ley
(Righteous Kill)
EE.UU., 2008
Dirección: Jon Avnet.
Guión: Russell Gewirtz.
Intérpretes: Robert De Niro, Al Pacino, John Leguizamo, Brian Dennehy.
Juguemos una simetría. Por un lado el film bueno (El gran golpe). Por el otro, el film malo (Las dos caras de la ley). El bueno contra el malo. Y si bien, por lo general, me despiertan simpatía los villanos, decidiré aquí de modo diferente. Porque de lo que se trata es, convengamos, de buen cine y de mal cine.
Se podrá argumentar que argumentos morales semejantes podrían resultar reaccionarios. De ninguna manera. Argumentos morales semejantes son los que debieran recordarse para, de una buena vez, despejar dudas ante películas, de veras, villanas.
Villanas por olvidar cualquier rasgo de transgresión más la ignorancia de cualquier otro que las conduzca, como resultado, a un buen film. Recuerdo a Salvador Sammaritano, en una mesa de café, con el amigo Emilio Bellon y muchos más, comparar para nuestros oídos entusiastas la manufactura de una película con la de una bicicleta. Mínimamente deberán respetarse ciertas normas para que una bicicleta funcione como tal. Lo mismo para una película, nos decía el gran Sammaritano.
Las dos caras de la ley olvida lo de la bicicleta y lo del cine. Aburrida y estúpida. Con De Niro y Pacino como viejos policías en una historia que de suspenso tiene lo mismo que una telenovela de la tarde. Más el agravio que significan dos actores semejantes dentro de un film semejante. Sólo por dinero. Qué duda cabe.
Pero el aliciente, bienvenido, viene del lado de El gran golpe, film inglés que aunque nos evoque aquél otro protagonizado por la dupla Redford/Newman (grandes allí, a diferencia de Pacino/De Niro), aquí la acción nos sitúa en Londres, 1971. El hecho fue real. Un robo bancario de proporciones gigantes. Tanto como para imbricar a un líder social, al cine porno y a la misma corona británica. Con un relato ágil, que nos remite al cine de aquellos años, El gran golpe rebosa vitalidad y disfrute.
Mientras que Las dos caras… supone, justamente, la antítesis. El problema no es su argumento (“culpable que luego es sospechoso que luego es inocente”) sino su plasmación narrativa (obvia y condescendiente con el cine más predecible). Situación que en la película inglesa ocurre de manera diferente, inteligente, con saltos narrativos que desarticulan la historia para agregar matices, juegos de ingenio y aventura por dosis iguales. Nervio que el espectador comparte y que me recuerda mismas reacciones durante le proyección de Antes que el diablo sepa que estás muerto, otro gran film y de Sidney Lumet (quien dirigiera a Pacino en Serpico y en Tarde de perros).
Pero el director del bodrio actual se llama Jon Avnet. El mismo de 88 minutos (2007), bodrio anterior también con Pacino. El realizador de El gran golpe es Roger Donaldson, alguien irregular, responsable de films como Sin salida (1987), la espantosa remake de La huida (1994) o la reciente Sueños de gloria, con Anthony Hopkins. Sin embargo, ahora sí, Donaldson supo cómo armar, por fin, una buena bicicleta y una muy buena película. Vale la pena acercarse al cine.
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