viernes, 12 de septiembre de 2014

Franco Fontanarrosa: Ajendra - Entrevista


Ajendra o la sonoridad de la palabra


Ajendra es una película y es un experimento artístico, donde la música es el lugar de encuentro. La dirección es de Niño envuelto, el dúo de Franco Fontanarrosa y Alexis Perepelycia. Se proyecta hoy en el CEC.

Por Leandro Arteaga

En el marco del Festival Latinoamericano de Video y Artes Audiovisuales Rosario, Ajendra se presenta esta noche a las 23.30 en el CEC (Sargento Cabral y el río); pero ¿qué es Ajendra? Ante todo, es una película dirigida por Franco Fontanarrosa y Alexis Perepelycia. Por eso, es también una variación artística en el devenir musical del dúo Niño envuelto.
La invitación al mundo que Ajendra propone se articula desde un tramado de disciplinas artísticas, con el sonido como lugar de encuentro. Instancia de diálogo que ha sumado para su realización los talentos compartidos de Gustavo Galuppo, Federico Actis, Alejandro Hillier, Agustín Mosso, Santiago Cicotti, Juan Barbieratti, Gabriel Cejas, entre otros.
El término “Ajendra” no significa necesariamente nada, “es una palabra inventada por nosotros, quizás signifique algo parecido a un lenguaje único o personal, pero como muchos artistas que manejan cierto grado de abstracción nos gusta que el concepto quede dando vueltas, sin ser absolutamente explicado”, comenta Franco Fontanarrosa a Rosario/12. Y agrega: “Nos gusta la sonoridad de la palabra”.

-¿Dónde aparece la inquietud por hacer una película?
-Tanto Alexis (Perepelycia) como yo empezamos a relacionarnos con lo artístico a través de la música, pero a medida que fue pasando el tiempo comenzamos a interesarnos en cosas extramusicales. A mí me gusta dibujar, hacer animación; Alexis pinta, diseña, hace esculturas. Los dos nos consideramos músicos con inquietudes en otros ámbitos. Niño envuelto comenzó como un dúo de bajo y batería en el sentido más tradicional de la palabra, por así decirlo (risas); poco a poco le agregamos otras cosas, a la manera de performances; nos disfrazábamos, hablábamos y nos metíamos entre la gente. Creo que eso fue ocupando un espacio cada vez más importante. Cuando llegó la iniciativa de querer plasmarlo en algún trabajo, en una obra concreta, pensamos que lo más lógico era hacer algo que tuviera imagen, además de música. A partir de ahí fue una bola de nieve. Primero pensamos en grabar una cosa cortita, después obtuvimos un subsidio del Fondo Nacional de las Artes, luego un subsidio del Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe. Se sumó un grupo de gente amiga muy comprometida y talentosa, que se ofreció a ayudarnos. Conseguimos como locación una casa de campo de familiares de Alexis, que queda cerca de San Nicolás, que es increíble, de 1800. Filmamos durante un fin de semana entero, y cuando nos quisimos dar cuenta había material para hacer algo mucho más extenso, que durase una hora.

-¿De acuerdo con el concepto que caracteriza a Niño envuelto, cómo manejaron la improvisación dentro de la película?
-Es difícil que todo lo improvisado tenga que ser en algún momento detenido, controlado, para que fuese organizado dentro de una película. Lo que teníamos claro era qué era lo que queríamos que se filme. La película se divide en tres escenarios: dentro de la casa, un sendero de árboles, un granero. En cada uno de esos lugares hay un set armado para que nosotros toquemos. Le dimos directivas a quienes filmaban acerca de por dónde queríamos que fuera más o menos la cosa. Después se hizo un registro de lo que cada uno filmó, se fue editando, y se logró tener una continuidad. Pero es cierto que algunas cosas las planeamos y otras fueron producto del azar. Por otra parte, también había poco tiempo como para premeditar ciertas cosas.

-¿Hubo una premisa de la que partir? En tal caso, ¿cuál era?
-Quizás sí, en el sentido de que creo que el mensaje final que tiene la película es el de la búsqueda de construir un lenguaje único, por así decirlo. Fue siempre una de nuestras premisas, aún cuando pueda sonar como algo “creído” de nuestra parte. Aunque sea algo obviamente imposible, pensar que podemos crear un lenguaje único fue lo que movió todo. Pensar en hacer una película desde el sonido y no desde la imagen. Es algo que nos fue cerrando cada vez más como una idea que defiende lo que estamos queriendo decir y mostrar. Ese concepto fue poniendo en órbita un montón de cosas que se fueron acomodando hasta llegar a la película.

-¿Cómo fue la relación con los integrantes del rodaje?
-Fue muy emocionante y gratificante poder trabajar con gente tan comprometida, con tanta buena onda; todos trabajaron con cariño hacia lo que queríamos hacer. Casi todos son personas de Rosario, muchos vienen del lado de Alexis, que es quien viene trabajando con gente vinculada al video-arte y las performances. En esos ámbitos medio multidisciplinarios conoció a muchas personas que estaban en este plan de mezclar formas de arte. Yo soy el que caigo más de visitante, en el sentido de que hay varios a quienes conocí por primera vez. Funcionó muy bien, cada uno hizo su aporte y todos nos pudimos divertir. Queríamos que cada uno pudiera agregar su visión, y no que fuera una cosa sólo de nosotros dos. Tuvimos que pensar bastantes cosas, nos encontramos con algunos problemas, pero la verdad es que estamos muy contentos.
 

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