domingo, 22 de febrero de 2009

Final Crisis (DC) / Secret Invasion (Marvel)


Invasiones paranoicas y crisis terminales

Final Crisis
DC Comics (2008)
Guión: Grant Morrison
Dibujos: J. G. Jones, Dough Mahnke, Carlos Pacheco, Christian Alamy, Marco Rudy.

Secret Invasion
Marvel Comics (2008)
Guión: Brian Michael Bendis
Dibujos: Leinil Francis Yu






Intentemos un paralelo acerca de las dos maxi-series más importantes y recientes del universo superheroico, respectivamente, de Marvel y DC Comics.
Final Crisis (Grant Morrison/J. G. Jones y otros) y Secret Invasion (Brian Michael Bendis/Leinil Francis Yu) son las propuestas narrativas, hilvanadoras, “desestructurantes” y megalómanas, que nos han ofrecido ambas editoriales.
En el primero de los casos, nos encontramos con –otra vez- una crisis cósmica terrible, que promete sacudir al universo DC desde sus mismo cimientos. Sabemos, claro, que DC viene intentando, infructuosamente, reiterar el éxito sin igual de la recordada Crisis on Infinite Earths (1985, Marv Wolfman/George Pérez), hito que reordenara el caos de continuidades y Tierras alternativas de la editorial en un único curso y, digámoslo así, mundo posible. Ello posibilitó, a su vez, barajar de nuevo y dar luz a nuevos inicios –a veces gloriosos, tal es el caso, desde mi entender, del Superman de John Byrne-. Flash muerto, mundos consumidos, absolutamente todos los personajes de la editorial en los cuadritos dibujados por Pérez… Lo que se dice una gran historieta de superhéroes y, a estas alturas, todo un clásico.
Los posteriores intentos de DC nunca resultaron de igual manera. No haremos repaso aquí de ellos. Sólo decir que la Crisis original es la raíz genealógica de un vasto recorrido que entronca, finalmente, en la que aquí nos corresponde. Y lo dicho: en Final Crisis no nos vamos a encontrar con nada novedoso, aunque sí con una construcción narrativa que, dada la habilidad y prestidigitación del gran Grant Morrison, conjuga espacios temporales disímiles, perfila alguno de ellos como hallazgos (1), y anuda el desenlace del comic con el inicio desde un prisma prehistórico o, de acuerdo con la mirada que adoptemos, post-histórico. Más lo que supone la evidente verdad que significa decir que los mundos y personajes creados por Jack Kirby siguen ofreciendo las variantes argumentales mejores, merced al despotismo ya sin límites de Darkseid. Es increíble, pero es su obra la que aún atraviesa de manera contundente a ambas editoriales.
Como vínculo relevante de la obra encontraremos, por un lado, a la figura renacida del Flash Barry Allen (otro nexo con la obra de Pérez y Wolfman), y por el otro, la anunciada defunción de Batman, algo que el propio guionista viene presagiando desde las páginas de su revista mensual durante la saga R.I.P. Pero como sabemos, la muerte se ha vuelto un personaje bastardeado y, por recurrente, no creíble. De todas maneras, ello también habilita a pensar el género superheroico como una de las construcciones mitológicas modernas que ha aportado la historieta norteamericana. Superhéroes como dioses, inmortales e ideales (2). Tan vitales, podríamos decir, como la estructura social y económica que ideológicamente representan.
Entonces, Final Crisis nos introduce en un hábil juego de espejos, que no produce mucho más que lo mismo de siempre: encontrar la manera viable de proseguir en el interés del lector real y, sobre todo, potencial. Cuenta regresiva que provoca un nuevo inicio y nuevas ventas: así, como se promete, el inevitable Flash: Rebirth, prosecución “lógica” del ya publicado Green Lantern: Rebirth.
Es cierto -y pasemos a Marvel y su Secret Invasion- que las historietas superheroicas hoy conocen cada vez menos cuadros por página, menos diálogos, y mucha acción visual anodina (nada diferente al cine norteamericano más convencional). Pero Secret Invasion logra, a partir del legado que supone Civil War (2006-07, Mark Millar/Steve McNiven), no tanto plegar el concepto del superhéroe (ya que las premisas de Civil War están presentes en las obras de Moore y Miller), sino descolocar a los personajes entre sí y con el lector. La contienda civil que enfrentara, desde sus respectivos grupos, a Iron-Man con Captain America (el primero a favor del control oficial sobre los héroes, en plena era Bush), sigue generando ecos que lejos estarán de apagarse. El viraje de Marvel sobre muchos de sus personajes ha generado un punto a favor notable. Y aún cuando Secret Invasion juegue con el tema hartamente trillado de la invasión alienígena (aquí obra de los Skrulls) y las usurpaciones de cuerpos -entendida sin muchos rodeos como la amenaza terrorista-, el juego de usurpación –también- de lugares de poder por parte de villanos y héroes, ahora confundidos entre sí, prosigue un camino por demás interesante. No sólo Thor sentencia su desinterés por todo lo que Iron-Man proponga, sino que será el mismo Norman Osborn (antiguo Duende Verde) el que se quede con las bendiciones presidenciales. Entonces, como corresponde, un inmenso continuará de título Dark Reign (Bendis/Alex Maleev).
Con la irrupción de Maleev en la nueva saga, nos permitimos entonces considerar que, sobre todo desde lo que concierne a la etapa directriz de Joe Quesada en Marvel, los dibujantes que se suceden en estos entuertos gigantes son de lo mejor y, a la vez, diferentes. El trabajo gráfico, detallista, de Steve McNiven en Civil War difiere de las splash-pages contundentes, plenas de acción, de Leinil Yu. Ambos son magníficos en lo que hacen. Y recuperan el denominado Marvel Style que fecundaran grandes del dibujo como Jack Kirby, Steve Ditko o John Buscema. Con otros ritmos, en otra época, pero con un acierto gráfico total. Mientras que Final Crisis cuenta con un notable, correcto, trabajo gráfico de J. G. Jones, pero con cantidad de páginas resueltas por otros artistas que terminan por desconfigurar la identidad visual de la serie, rasgo que, por lo general, suele últimamente ser común en DC.
Valga destacar, como conclusión, algunos elementos que coinciden en ambas sagas. Porque tanto para una como otra, será necesario hacer aparecer, aunque sea en una viñeta, a todo personaje del entorno. Es entonces cuando uno descubre, perdido en un cuadrito, a Howard the Duck peleando a brazo partido con los Avengers, o al Captain Carrot (¡el Capitán Zanahoria!) y amigos en una aparición que, todo lo supone, ha hecho las delicias de Morrison. Y además, será por coincidencia o rasgo afortunado, tanto Secret Invasion como Final Crisis coinciden en un epílogo narrado en primera persona, desde el rol de quien ha observado y sobrevivido a la terrible historia. Dispuesto a contárnosla, el narrador también nos alivia respecto de la suerte final. Porque sobrevivió sabemos que hay continuará. Y aún cuando de hecho esto es lo que siempre ocurre, nada nos impide poder jugar, desde la lectura, de un modo incrédulo, prendidos de la suerte que las viñetas deparan a nuestros personajes.


(1) Resulta admirable Morrison cuando, durante el episodio final, paulatinamente nos revela que el hombre de color que circula por la Casa Blanca no sólo es el Presidente de los EE.UU., sino una versión alternativa del propio Superman. Esto, vale recordar, en un comic con fecha de portada Marzo de 2009, en pleno triunfo de Barack Obama.
(2) Aún cuando el propio Alan Moore, desde sus palabras, haya señalado la defunción del concepto superheroico a través de su Watchmen y del Return of the Dark Knight, de Frank Miller.

1 comentario:

Mariano Abrach dijo...

Un comentario respecto a la nota al pie del acta defunción del concepto superheroico Moore y Miller y su relación con Final Crisis.

Primero, no creo que la intención de Moore con Watchmen haya sido decretar la muerte del superhéroe como un dios entre los hombres, y él mismo ha dicho que no era su intención generar 20 años de cómics oscuros en el género superheroic, sino que su intención iba más allá: narrar una historia, consciente del presente (de aquel momento) y de los futuros posibles, utilizando conceptos del cómic de superhéroes reimaginándolos dentro de un realismo; pero por sobretodo lo que Moore buscaba en Watchmen era narrar una historia aprovechando al máximo los recursos propios del género del cómic que no posee el cine o la literatura.

Y en relación a Morrison en Final Crisis, precisamente la conclusión de su historia es una refutación hacia ese realismo oscuro que dominó las últimas décadas del género, afirmando que el Universo DC no debe ser ni realista ni oscuro, sino fantasioso, con elementos de ciencia ficción, en donde siempre triunfe el bien, la luz, por sobre la oscuridad.

Bueno, nada más, leí esta nota y me gustó, pero creía necesario hacer este comentario.

Saludos, suerte